CAPÍTULO XXXVII

220 44 2
                                    

Obviamente, ya lo sabían desde que habían comenzado la carrera, pero no había sido hasta que había contemplado aquel humo morado que Naira había sido plenamente consciente de lo que esto significaba. Aunque no debía hacerse ilusiones. No era la primera vez que las encontraban, pero siempre se les acababan escapando, o acababan perdiendo contra ellas por su notable superioridad numérica.

"Pero esta vez va a ser diferente" sentenció mentalmente la chica, apretando los puños con decisión.

- ¿Preparada?- preguntó Pox, mirándola de reojo y con la calma que le caracterizaba.

- Siempre- dijo sencillamente.

- Vamos.

Hizo el amago de salir corriendo hacia allí, pero Naira le retuvo cogiéndole del brazo. El tacto le produjo un leve calambre.

- Quieto- ordenó, frunciendo ligeramente el ceño- ¿Qué haces?

El chico la miró sin comprender.

- Ir- dijo con lentitud y señalando con la mano la posición de las brujas. Luego miró la mano de la chica en su brazo- ¿Y tú qué haces?

Naira se apresuró a soltarle.

- ¿No crees que sería mucho más creíble si aparecemos al atardecer, el momento favorito de las brujas, en vez de ir a primera hora de la mañana?

El rostro de Pox se transformó por completo. No parecía esperarse cometer un error de ese tipo. Bajó la cabeza en señal de sumisión.

- Tienes toda la razón- masculló, más enfadado con él mismo que molesto con ella por haber evidenciado su fallo.

Pox llevaba más tiempo en el equipo que Naira. A su parecer, debía haber sido ella la que se hubiera equivocado y él el que hubiera tenido que corregirla. Ese sería el devenir natural de las cosas. Solía pasar y él se sentía muy bien teniendo la razón. Se esforzaba por saber lo suficiente como para tenerla.

- ¿Y qué hacemos hasta entonces?- preguntó al fin.

- Planear la estrategia con cuidado- sentenció Naira, y se dirigió con paso firme y elegante a la base de un gran árbol, donde se sentó cruzada de piernas.

Cogió una rama caída que tenía al alcance de la mano y comenzó a dibujar en la tierra un esquema de actuación.

Pox la contempló, admirado. Nunca se había dado cuenta de lo eficiente que era Naira, a pesar de que las señales siempre habían estado manifiestamente ahí.

La chica levantó la cabeza.

- ¿Vienes o no?

Pox asintió y se dio prisa en sentarse a su lado.

Los guardianes del AmuletoWhere stories live. Discover now