CAPÍTULO LVII

264 26 8
                                    

La bruja no tardó mucho en aparecer. Como Naira había predicho, su paciencia se agotó en menos de diez minutos. Lo bueno de enfrentarse a ellas y estudiarlas durante tanto tiempo, generaciones enteras de Guardianes, era poder preveer sus reacciones de esa manera. Si bien habían cometido un gran error pensando que podrían engañarlas haciéndose pasar por una de ellas, algunos patrones básicos no fallaban nunca.

Una bruja, probablemente la encargada de vigilar aquella especie de celda escondida, apareció girando el pasillo que se veía desde los barrotes, con el cabello rapado y la mayor cara de malas pulgas que los guardianes habían visto en su vida.

Naira reprimió una sonrisa al verla acercarse. No le tenía miedo: tenía una misión y eso lo compensaba todo, pasaba por encima de cualquier otra cosa que pudiera sentir. Incluso de lo que su corazón pensaba de Pox. Tenían que recuperar el Amuleto, pasara lo que pasase.

—¿Se puede saber qué os pasa, guardianes estúpidos? —espetó la bruja cuando estaba a medio camino, avanzando con zancadas fuertes.

Sus ojos se iluminaron en un tono rojizo peligroso que solían transmitir durante los combates. Estaba molesta, pero aún no enfadada. La necesitaban llena de ira, era importante que todos sus sentidos estuvieran centrados en odiarles y en acabar con ellos.

—¿Qué nos pasa? —preguntó Naira, agarrada a los barrotes y alzando la cabeza con dignidad— ¡Que estamos aburridos, eso nos pasa!

—Pues no es mi problema, imbécil— la bruja puso los brazos en jarras y los ojos en blanco.

—¿Cómo que no es tu problema? ¿No te han dejado a ti a cargo de nosotros? Debes de ser extremadamente prescindible para que te encomienden una tarea así...

Otra vez el brillo rojizo en los ojos, y la bruja frunció los labios. Se notaba a leguas que estaba intentando controlarse, aunque el control nunca ha sido el fuerte de las de su especie. Eran como bombas de relojería, estallaban en cualquier momento y fueran cuales fueran las consecuencias.

—No es que sea de tu incumbencia, guardiana, pero esto no tiene nada que ver con ser prescindible o no. Soy una bruja muy importante para mi clan.

Se infló como un pavo y ahí es cuando Naira supo que podría desinflarla. Que cualquier comentario sería una aguja que minara en su confianza. A su espalda y aún clavado a la pared, Pox observaba la escena con atención: confiaba en su compañera a ciegas, pero no le hacía mucha gracia eso de jugar con las brujas. Su entrenamiento se había centrado en la lucha, no en las estrategias mentales.

—Pues eso no era lo que decían tus compañeras cuando nos trajeron aquí... —mintió, con una gran sonrisa.

Se apoyó en los barrotes, sacando parte de los brazos por ellos, y esbozó una sonrisa traviesa. Su parte más malvada disfrutó de la expresión que quedó clavaba en el rostro de la bruja.

—¿Cuando os...? ¿Qué dijeron? ¿No estarás tratando de embaucarme?

—¿Por qué iba yo a querer hacer eso? Me aburro mucho aquí, así que tenemos que hablar de algo, ¿no? ¿Quieres saber qué decían de ti?

La bruja se quedó en silencio, pero muy atenta a las palabras de Naira.

—Decían que eras una desgraciada, y que se alegraban de tenerte apartada cuidando de nosotros. Pensaban que estaba inconsciente, pero lo estaba escuchando todo. Que eras una desgracia para vuestro clan. Que no servías para nada...

Con cada palabra de la guardiana, los ojos de la bruja se encendían un poco más y su cabreo iba exponencialmente en aumento.

—Mientes —siseó.

—¿Quieres que siga? Dijeron que era una pena, que si escapábamos no ibas a tener nada que hacer contra nosotros. Porque eres débil —chasqueó la lengua— La más débil de todas.

—¡Mientes! —repitió con un estruendo.

Se echó hacia delante para agarrar ella también los barrotes y quedar a pocos centímetros de la cara de Naira. El hedor característico de las brujas inundó sus fosas nasales pero, en lugar de sentir asco, la guardiana estaba demasiado ocupada dejando que el triunfo la invadiera.

—¿Acaso crees que podrías con nosotros si esta barrera no te protegiera? —se burló, sonriente— Mira, mucho más fácil. Pox está atrapado, ¿acaso crees que podrías conmigo? No me hagas reír.

—Te destrozaría antes de que tuvieras tiempo a decir tus últimas palabras —gruñó ella, echándole el aliento en la cara.

—No te lo crees ni tú. Y tus compañeras... mucho menos.

La bruja se separó bruscamente y chasqueó los dedos. Con ese movimiento, la barrera mágica desapareció y los barrotes se elevaron hasta desaparecer en el techo. Naira sonrió con todas sus fuerzas.

—Vamos, guardiana, demúestrame lo que sabes hacer.

Y se lanzaron la una contra la otra.  

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 04, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Los guardianes del AmuletoWhere stories live. Discover now