CAPÍTULO XIV

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Mientras tanto, en la base del grupo dos Evon dejaba caer un libro con un estrépito algo en el sofá en el que estaba sentada Alma leyendo.

La chica tardó un poco en desviar la vista para mirar lo que era.

Se incorporó para agarrar aquel volumen que rezaba Platos básicos de cocina para principiantes.

En la portada había un dibujo de un plato de carne que tenía una pinta bastante buena.

—¿Y esto? —preguntó sorprendida, mirando a Evon con ojos risueños.

El chico sonrió ligeramente mientras se encogía de hombros.

—Pensé que necesitarías algo así, y lo he buscado en nuestra biblioteca.

Alma pensó que debía de haberle costado bastante, había tantos libros que probablemente le habría llevado un buen rato registrarlos todos.

—Vaya, muchas gracias —dijo, conmovida.

Se sentó cautelosamente en el sofá, lejos de ella.

—No hay mucho que hacer por aquí mientras no tienes guardia.

—¿Qué soléis hacer?

Señaló con la cabeza el televisor.

— Encendemos aquello. Pero no nos gusta demasiado eso de ver a hombres persiguiendo balones. Lo hemos visto un par de veces y no nos enteramos de qué finalidad tiene.

Alma no pudo contenerse y se echó a reír estrepitosamente. Evon la miró con curiosidad.

—¿Qué he dicho?

—Creo que voy a tener que enseñaros muchas cosas, ¿tienes el mando por aquí? —miró a ambos lados.

—¿El qué?

Ella le miró, extrañada.

—El mando de la tele —Evon seguía mirándola sin comprender— Es rectangular, probablemente negro, con botones...

—¡Ah! —exclamó de pronto el chico— Creo que ya lo recuerdo, espera.

Y se dirigió a un mueble que pasaba bastante desapercibido en aquella habitación. Abrió un cajón y rebuscó en él unos segundos hasta sacar el mando.

—¿Te refieres a esto? —dijo acercándose con él en alto.

Alma asintió.

—Vale, pásamelo, ¿tiene pilas?

—Sí, creo que sí.

A la chica le extrañó que supiera lo que era una pila y no lo que era una televisión. Decidió finalmente que si seguía preguntándose aquellas cosas acabaría volviéndose loca.

—¿Cómo encendíais... —se paró a pensar que igual no sabían que se llamaba "televisión"—"aquello", sin esto?

—Le dábamos a ese botón rojo grande —explicó con tranquilidad.

Alma asintió.

Estuvo unos diez minutos explicándole las funciones de la televisión. Evon no hablaba, se limitaba a mirar hacia la máquina y asentir. De vez en cuando miraba de reojo a la chica, y se preguntaba qué era lo que estaba pensando. Aquello parecía muy normal para ella, cuando para él resultaba lo más extraño del mundo. Debía pensar que era estúpido o algo parecido, y eso no le gustaba.

Así que se esforzó al máximo por entender lo mejor posible todo lo que la chica se esforzaba por enseñarle. Alma hablaba con sencillez, pausadamente y realmente hubiera podido llegar a ser una gran maestra algún día. Tenía mucha paciencia en lo referido a aquellos temas.

Evon, por su parte, siempre había sido buen alumno. Por eso precisamente, y por sus habilidades con el Aire, lo habían escogido para el grupo dos. Pasó un año preparándose para cuando hubiera una vacante de Aire, sustituirla. Y ese año lo había aprovechado bien.

Alma se sorprendió cuando Evon le quitó el mando suavemente de las manos y le demostró que sabía cambiar de canal, subir y bajar el volumen y derivados. Era una iniciativa que ella misma nunca hubiera tomado.

—¿Esto qué es? —preguntó Evon con curiosidad quedándose en un canal determinado.

Una chica rubia estaba sentada en su cama con el teléfono entre sus manos, marcando. Lloraba.

—Es una serie sobre adolescentes —respondió Alma con paciencia— Te muestran la vida de esos personajes.

—¿Puedes ver la vida de otros? —se sorprendió Evon— ¿Toda su vida?

Alma asintió, sonriendo un poquito.

— Obviamente está un poco exagerado, pero en general puede decirse que sí, ves otras vidas. Interesante, ¿eh?

—Bastante —reconoció Evon, ladeando la cabeza—. Creo que me voy a quedar en este canal un rato, a ver si me entero de algo.

Alma asintió y se levantó del sofá.

—¿Te vas? —inquirió Evon, extrañado.

—Ese capítulo ya lo he visto y voy a probar a cocinaros algo para cenar hoy —sonrió ella—. A ver si sale comestible.

Evon le sonrió a su vez y vio como se alejaba. Aunque no demasiado, ya que la cocina estaba en esa misma sala.

Sonrió para sí, y pensó un momento en que Naira no le había provocado nunca esa sensación en la boca del estómago. No le dio mucha importancia a ese pensamiento y volvió a dirigir su mirada hacia la televisión. Tenía muchas cosas que aprender.  

Los guardianes del AmuletoWhere stories live. Discover now