CAPÍTULO XV

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—No me parece una idea prudente —dijo el representante del Consejo al que habían enviado a su casa.

Naira frunció el ceño, pero pasó desapercibido. No había pensado que fuera fácil convencer al Consejo, pero seguía molestándola sobremanera.

—Como añadido, diría que tampoco veo a la señorita lo suficientemente capacitada como para realizar una misión tan compleja sola —prosiguió.

La chica tuvo que respirar bien hondo para no contestar de mala manera. De vez en cuando le costaba más de lo reconocible no empezar a gritar.

—Con el debido respeto, señor, creo que soy capaz de hacerlo.

—Obviamente lo cree, sino, no me lo estaría proponiendo —Sonrió de medio lado, burlón.

A Naira le dio muy mala espina aquella sonrisa. Una parte de sí quiso borrársela de la cara a toda costa, pero se contuvo.

—Puede hacerlo —intervino una voz que conocía muy bien— Debería darle una oportunidad.

Naira no pudo evitar girarse para mirar a Pox a los ojos. Éste la observó, impertérrito, como si la estuviese atravesando con la mirada. Ella nunca sería capaz de adivinar sus pensamientos, ni siquiera de acercarse lo más mínimo a hacerlo. En cualquier otro momento hubiese jurado que Pox estaba a favor de cancelar la misión. No parecía haberle dado muy buena impresión la idea en sí.

—¿Usted cree? —preguntó el anciano.

Pox se limitó a asentir.

—¿Usted se haría responsable de su fracaso, en caso de producirse?

—Si fracasara, la responsabilidad sería obviamente mía —intervino Naira sin poder contenerse— Él no tiene nada que ver con...

El miembro del Consejo alzó una mano para mandarla callar con brusquedad.

—Deje que el joven conteste a la pregunta —Clavó su mirada en él. Pox permanecía sin inmutarse—. ¿Se haría usted responsable de ella?

Transcurrieron unos segundos de silencio que se hicieron eternos, en los que se sincronizaron las respiraciones de los que esperaban un veredicto.

Pox asintió lentamente.

Naira tuvo que hacer un gran esfuerzo para disimular su asombro. Mantuvo como pudo la compostura y volvió a mirar al señor.

Éste asintió.

—Entonces irá con ella. No se hable más.

—¿Qué? —intervino la chica con brusquedad— ¿Qué quiere decir con que "irá conmigo"?

El anciano ya se estaba marchando, pero se giró una última vez para decirles:

—Quiere decir que lo llevarás como tu prisionero. Te servirá de excusa para justificar tanto tiempo fuera, y que eres de un aquelarre diferente que busca pacificar las cosas con el que estamos buscando. Así además, si pasara algo, Pox sería de gran ayuda. Ahora, si me disculpáis...

El hombre desapareció por la puerta. Naira no había podido evitar fijarse en que ya no la trataba de "usted" y se preguntó si era despiste, cansancio o una simple y horrible desaparición de respeto.

Los guardianes del AmuletoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz