CAPÍTULO 4.- tercer fragmento

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—¿Cuántos años han pasado?


—Aproximadamente 7 años desde que nos vimos por última vez —dijo Steve mirando a Taylor con tristeza—, cuando salí de la clínica psiquiátrica ya te habías ido, tu madre me dijo que te fuiste al Reino de los hombres lobos con tu novio.


Taylor miró hacia otro lado, ver a Steve era rememorar una vida que parecía demasiado lejana. Su villa venía a su mente como un golpe bajo en el estómago, algo que arrojó a su interior como todo lo malo.


De pronto se sintió avergonzada de no haberse preguntado por Steve todos esos años. Si bien su padre era el traidor que acabó con su villa, Steve intentó detenerlo, había intentado salvar a su madre oponiéndose a su padre. Después vio cómo el señor Alan masacro a todos y quedó muy traumatizado.


Él también lo perdió todo aquel fatídico día.


Miró nuevamente a Steve.


—¿Qué tal si empezamos contando todo lo que nos pasó desde entonces? —dijo Steve sabiendo que Taylor no tenía una puta idea de cómo seguir la conversación—, me gustaría saber cómo te ha ido.


Taylor sonrió.


Taylor miró hacia Gerard, que, si bien este seguía conversando con sus amigos, no había dejado de observarla de reojo. Con un asentimiento de cabeza le indico que todo estaba bien. Empezó a caminar con Steve por todo el lugar. A este le costó cinco meses salir del centro mental, se fue de Finlandia hacia Suiza, a una villa de cazadores donde vivía una prima lejana que no le importaba mucho sobre las locuras de su padre.


Técnicamente cambió su apellido, cortó todos los lazos que tenía con su antiguo hogar y empezó de nuevo.


—Yo era su mate —dijo Taylor apoyándose detrás de un puesto de armas—, el desgraciado lo había sabido todo el tiempo y no me dijo nada para no ahuyentarme.


Taylor empezó a explicar todo lo que pasó el día del ataque de la villa desde su perspectiva. Con anterioridad pensaba que si volvía a hablar de eso le dolería demasiado, así que por años se guardó toda la mierda en su interior, en cambio ahora enfrente de Steve enfrentaba sus demonios sin problemas. Como si estuviera hablando de comer helado en un día soleado.


Después le contó cómo le iba en el Reino de los hombres lobos y de todas las locuras que había visto desde entonces.


Se dio cuenta que Steve miraba su cuello.


—No lo he dejado —explicó Taylor.


—Mierda, eso no debe tenerlo feliz ¿eh? —Steve soltó una carcajada—, estamos hablando que eres la mate del segundo hombre...¿o futuro segundo hombre más poderoso de los hombres lobos? ¡Lo que sea!, la cuestión es que los hombres lobos tienen un problema con las marcas de parejas y eso ¿no te ha insistido?


Taylor negó con la cabeza.


—Theo no es así —dijo ella suspirando—, dioses, tal vez sea el hombre lobo más complaciente y amable de todos, le dije firmemente que no dejaría que me marcara el cuello como si fuera un maldito vampiro y acepto eso con total normalidad.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now