CAPÍTULO 25.- tercer fragmento

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Bael espero furia, espero que su padre se transformara y empezara a atacarlo. Esperaba que le gritara hasta que sus oídos sangraran, esperaba que lo insultara de las peores formas.


Pero su padre no hizo ningunas de esas cosas, solo estaba ahí, en medio de un acantilado mirándolo de aquella forma.


Fue peor para Bael que Alan lo mirara lleno de decepción, Alan era del tipo que adoraba a sus hijos y los ponía sobre todas las cosas. No importaba lo que él y sus hermanos hicieran, Alan los defendería y respaldaría. Que su padre lo mirara así era casi tan doloroso como cuando Dantalian lo despreciaba. Ahora que lo notaba, los dos tenían la misma mirada despreciativa que a Bael le apuñalaba el corazón.


Su papá solo lo había visto de esa forma una sola vez en toda su vida y fue cuando se enteró que Bael ocultó el conocimiento de que Jessy tuvo que ver con la pérdida del bebe de Liam y Leia.


—Habla —ordenó Alan—, dame tu versión antes que entre en razón y te de unas buenas nalgadas. No me importa que seas mayor de edad y ya ni siquiera vivas conmigo, sabes que lo haré.


Bael asintió y empezó desde el comienzo, desde que la habían encontrado y todo lo que pasó en las tierras libres. También le contó sobre que su tío Jaime sabía y que le había dado un ultimátum sobre el tiempo que tenía antes de que tuviera que contar todo el asunto al escuadrón mayor. Obvio los planes que idearon juntos, porque no quería que su padre se enterara de eso y que discutiera con su tío.


El semidemonio menor no se atrevió a levantar la vista y enfrentar a su padre, solo miro la increíble vista de aquel acantilado, pensando seriamente lanzarse de cabeza.


Contra todo pronóstico y tomando por sorpresa a Bael, Alan lo abrazo. Cuando era niño su papá lo abrazaba todo el tiempo, Bael se trataba en Alan cual mono y a veces lloraba desconsoladamente para que su papá nunca lo soltará.


Hace tanto tiempo que no lo abrazaba de esa forma, Bael estaba a punto de romperse.


—Todo esto es mi culpa —Alan provocaba que su agarre fuera más poderoso—, he puesto tanto sobre tus hombros, te he puesto tantas responsabilidades que a veces olvido que solo eres un mocoso llorón que le asustan las hormigas y que le teme a la oscuridad.


—Papá...


—Detesto que estés en esta posición —gruñó Alan negándose a soltarlo—, sin la libertad de amar a quien se te dé la gana.


Bael solo suspiro y respondió el abrazo, rompiendo las paredes que puso entre su padre y él.


—Lo lamento tanto papá —habló Bael—, sé que te he decepcionado demasiado.


—¿Decepcionado? —Alan lo tomó de los hombros y lo miro—, eres mucho más de lo que yo podía aspirar a hacer. A tu edad era un redomado imbécil, tú me has superado en creces, estoy tan orgulloso de ti.


Bael trago saliva intentando retener sus emociones.


THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now