CAPÍTULO 20 .- tercer fragmento

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Orión desapareció en un lugar apartado de donde se podía ver toda la batalla, agitado porque la desaparición absorbía más poder del que creyó. Con ayuda de su báculo se levantó y empezó a absorber el poder de este.


No era algo que realmente le gustara, tomar poder del Éter oscuro era terrible para él. La magia que el artefacto brindaba estaba demasiado contaminada y parecía desgarrar su alma, pero en ese momento no estaba para ponerse quisquilloso. Necesitaba todo el poder para acabar con esos semidemonios.


Cerró los ojos y empezó a buscar alguna información de los semidemonios en los recuerdos de su mate. Gunnar debía saber de ellos si estaba de su lado, el problema era que no tenía completos los recuerdos de su mate, este lo pudo detener a tiempo. Lo único que pudo recolectar era que los hechiceros maestros de Gunnar estaban en contra de los semidemonios.


¿Entonces porque estaban protegiendo a Gunnar?


Miro hacia la entrada de la manada que estaba muy lejana en ese momento, Gunnar estaba ahí. No lo podía ver desde esa distancia, pero lo sentía. Su mate estaba parado ahí, como si estuviera esperándolo.


Orión lo traería de nuevo a su lado, entonces jamás se volverían a separar. No dejaría que Gunnar se le escapara, aunque tenga que quitarle sus poderes por completo y amarrarlo a su lado.


—Necesito atraparlos —Orión sujeto con fuerza el Éter oscuro—, necesito inmovilizarlos y absorber a la esencia demoníaca dentro de ellos, así podré matarlos.


Con los conocimientos robados sobre runas, Orión se cortó la propia mano y empezó a dibujar runas en el suelo. Cuando terminó empezó a recitar un conjuro y las runas brillaron.


Monstruos terribles y gigantes fueron invocados, como en los recuerdos de Gunnar. Orión derramó todo el poder del Éter para que estos fueran más resistentes y grandes. Bestias casi indestructibles saliendo por montones de las runas.


Orión esquivó a tiempo una ráfaga de fuego que apareció detrás de él. Pensó por un momento que era uno de los semidemonios, grande fue su sorpresa de que era una mujer blandiendo un látigo y al lomo de un hombre lobo transformado.


La mujer se precipitó hacia él empezando a intentar darle con el látigo, Orión la esquivaba con un poco de dificultad, aquella mujer peleaba muy bien y era muy ágil.


Orión dio la vuelta en el momento que el lobo intentó atacarlo por la espalda mientras la mujer lo distraía, le lanzó un rayo haciendo que saliera precipitado varios metros hacia atrás.


—¡Hijo de perra! —exclamó la pelirroja.


La mujer logró amarrarle el látigo en el cuello, Orión no pudo evitar ser arrastrado mientras ella intentaba cortarle la cabeza. Lanzó rayos a diestra y siniestra, logrando que la pelirroja lo soltara, se deshizo del amarre y cuando volteo, la vio intentando pararse. Uno de los rayos le había dado.


Orión se acercó con rabia poniéndole el báculo en el pecho para absorber todo su poder. Pero no noto nada, el báculo no estaba absorbiendo nada.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now