CAPÍTULO 6.- segundo fragmento

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Auguste siempre se había considerado como un hombre totalmente seguro de sí mismo. Siempre se jacto de saber controlar su temperamento a lado de sus amigos y compañeros. Los hombres lobos habían evolucionado los últimos 50 años, en especial en los círculos más altos. Sin embargo, la naturaleza siempre estaba ahí y Auguste siempre se había burlado cuando alguien se comportaba como un animal descontrolado.


En ese momento la vida empezaba a pasarle factura.


Primero se extrañó de que su pequeña y escurridiza mate no llegará a la hora. Liana llegaba puntual en cada encuentro que tenían, solo había pasado una semana desde que empezaron a reunirse y Auguste fue algo idiota al pensar que Liana para la semana estaría rendida a sus pies.


Su mate resultó ser toda una ninja ágil, evitando que Auguste rebasara cualquier límite de su relación. Derrumbaba cualquier puente que pudiera conectarlos y cerró los pasadizos secretos para colarse en sus sentimientos.


El alfa francés cada vez estaba más intrigado y lo tomo como un reto personal. Su mate era un glaciar que él tenía toda la intención de derretir. Estaba maravillado por lo inteligente e intuitiva que era Liana. También noto que debajo de esa frialdad estaba una señorita de un carácter fuerte y decidido.


Ahora estaba ahí sentado en su despacho sin saber qué hacer, después de notar la demora de Liana sintió un dolor algo lejano. Podía sentirlo, pero notaba que no era suyo. Su lobo le explicó que era el dolor por la conexión de mates. La cual estaba sensible por la cercanía que había tenido últimamente con ella.


Auguste asustado llamó a Liana muchas veces, cuando estuvo a punto de transformarse y buscarla, ella contesto el teléfono en su último intento de llamarla.


"Soy su novio, ¿Entendiste?, uno muy celoso, si vuelves a llamar o acercarte a Liana te matare ¡Así que déjala en paz idiota!"


El nuevo alfa francés jamás en el pasado experimentó los celos, pero en ese momento no tenía la menor duda de que se estaba hundiendo en ellos. La ira lo eclipsó por completo y volcó su escritorio como un puberto desmedido.


Liana no sabía en qué clase de problema se había metido.


Auguste tuvo que luchar con su lobo con fiereza, este quería salir y asesinar a cualquiera que se atreviera a respirar el mismo aire de Liana.


Después de un rato pudo controlarse mirando toda la habitación destruida, preguntándose si el dolor que había sentido era el dolor de la traición y no que Liana estuviera herida.


Salió hacia su habitación ignorando a su mayordomo y se encerró ahí metiéndose a darse un baño frío inmediatamente. Después pensó en que hacer y llamó a Estefan.


—¡Estaba a punto de llamarte! —escucho la voz alegre por el teléfono—, estamos de fiesta hoy.


—¿De quién es el cumpleaños? —preguntó Auguste haciéndose el desentendido.


THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now