Capítulo IV: Lloyd

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     Aún en contra de lo que Villetta dijo, Oggi y Diethard condujeron a sus dos líderes y a sus nuevos amigos hacia el sitio donde Lloyd Asplund esperaba. Fue necesario que todos subieran a una camioneta que Oggi condujo a toda velocidad. Era realmente inútil pisar a fondo el acelerador en ese momento, pues no había ningún otro auto que bloqueara el camino.

El sitio al que llegaron era una bodega similar a la que la Orden de los Caballeros Negros solía utilizar para llevar a cabo sus reuniones clandestinas, con la única diferencia de que era un tamaño mucho mayor. Oggi y Diethard, armados, escoltaron al grupo que era liderado por Nene y Lelouch. Atravesaron la puerta principal, que se abrió mediante un panel de control en el que Oggi tuvo que escribir una clave numérica. Aquello era una buena señal. Había electricidad. Zoe revisó su teléfono celular, esperanzada. No había cobertura aún.

La bodega, a media luz, albergaba una exuberante cantidad de Knightmares de distintos modelos. Algunos fueron reconocidos por Nene y Lelouch. El Gawain, el Gloucester, el Akatsuki, el Galahad, el Guren MK-II, e incluso el imponente Lancelot. Al posar su mano sobre la pierna derecha del Gawain, Nene sintió una pequeña descarga de adrenalina. Akari dirigió su mirada hacia un Gloucester ligeramente modificado y sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo.

— ¿Funcionan? —Preguntó Lelouch sin retirar su mirada de encima del Lancelot.

—Sí —respondió Oggi—. Tienen nuevo equipamiento. Lloyd ha tenido mucho tiempo libre para jugar con los Knightmares.

— ¿Ese tal Lloyd está aquí? —urgió Zoe.

Como respuesta, Diethard se encargó de abrir la siguiente puerta.

Ni bien se acercaron todos al umbral pudieron escuchar el sonido del constante y veloz tecleo de alguna persona que parecía estar trabajando arduamente. La cámara, circular e inmensa, seguía estando a media luz. Se trataba de un taller en el que alguien que usaba un máscara protectora estaba soldando algunas mejoras a un Guren de color púrpura el tecleo venía del fondo de la habitación, desde el punto donde una persona ataviada con ropas oscuras se encontraba sentada frente a un ordenador.

La persona que usaba la máscara detuvo sus tareas para mirar a los recién llegados. Se sacó la máscara, revelando que era una mujer, y bajó a tierra firme para sacarse el traje protector y saludar afablemente a los invitados.

— ¡Oggi! ¡Diethard!

—Hola, Cecile —respondieron los aludidos.

Cecile procedió a mirar a los acompañantes de Oggi y Diethard, llevándose la mayor sorpresa de la vida. Hizo caso omiso de la presencia de Lelouch y fijó únicamente su atención en Nene.

—Tú... —balbuceó Cecile—. ¿Qué...? ¿Qué haces aquí...?

—Hemos venido a ver a Lloyd —explicó Nene.

—Nene y Zero quieren algunas respuestas —dijo Oggi—. Quieren saber acerca de la misión de Kururugi.

Cecile, cambiando su semblante a uno de extrema seriedad, asintió y miró hacia el fondo de la habitación para decir:

— ¡Lloyd¡ ¡Tienes visitas!

Los tecleos se detuvieron al instante. Aquella persona de ropas oscuras irguió la espalda y esbozó una sonrisa de complicidad a la par que subía sus gafas redondas empujándolas con su dedo índice. Se levanto y se giró lentamente, para finalmente decir:

—Sabía que vendrían tarde o temprano.

Acortó la distancia que lo separaba del grupo, haciendo evidente que cojeaba y que le costaba mover la pierna derecha.

Nene de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora