Capítulo LX: Las Pruebas de Minerva - ¡Resiste, Entermon!

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     Cuando Milly abrió los ojos, por primera vez, desde que había sido contactada por las fuerzas difinas, se dejó llevar por el temor. Se encontraba dentro de la Ashford Academy, que lucía tan majestuosa como lo había sido antes del incendio que cerró sus puertas. Antes del ataque del Xros Heart. Estaba vestida con el uniforme del colegio. Miró sus manos, que temblaban ligeramente, e intentó reconocer cada detalle que la rodeaba. El constante tecleo de Nina Einstein llenaba la habitación. La chica de gafas redondas se mantenía inmersa en una investigación sobre las diferentes maneras de potenciar los poderes de algún tipo de Knightmare. Rivalz estaba atrapado entre guirnaldas de papel desordenadas. Shirley tenía dos alfileres sujetos entre los labios e intentaba confeccionar un vestido cubierto de relucientes lentejuelas, que esperaba para reunirse con tres más que ya estaban listos. Kallen esbozaba una expresión de pocos amigos, siendo ella quien debía modelar el vestido para que Shirley pudiera trabajar.

—¿Qué...? ¿Por qué...?

Cuando intentó levantarse, la mirada de Nina fue la única que siguió sus movimientos. Al estar de pie, Milly se percató de que los zapatos que usaba no eran los mismos que solía llevar a la academia. Eran un par de botines. Los mismos que había estado usando antes de que la alucinación comenzara. Pestañeó un par de veces. Los zapatos no cambiaron. Sus calcetas desaparecieron. Poco a poco, su vestimenta se transformó en la misma que le pertenecía en el Mundo Digital.

En las gafas de Nina se reflejó el símbolo de Minerva. Siguió tecleando, en silencio.

Milly corrió al instante hacia Shirley, envolviéndola en un fuerte abrazo. Shirley se tensó por un momento, para luego sonreír y devolver el gesto. No se inmutó ante el llanto de la chica rubia, que repitió el acto con Rivalz y Kallen.

—¡Chicos! ¡Me da tanto gusto verlos! Creí que... ustedes estaban...

No pudo continuar. Enjugó sus lágrimas y siguió sonriendo, sin importarle la forma antinatural en que sus amigos sonreían.

La respuesta de Rivalz, sin embargo, heló su sangre de un segundo a otro.

—Por supuesto que lo estamos, Milly. Estamos muertos. Nina también lo está.

Sin aliento, Milly retrocedió con torpeza. El tecleo se fue volviendo más intenso gradualmente. A cada segundo que pasaba, taladraba en sus oídos con más fuerza.

A pesar de saber que no había forma de remediar lo que había pasado, Milly negó con la cabeza. No pudo responder. Más lágrimas de horror brotaron de sus ojos cuando Shirley siguió con su trabajo, respondiendo de la misma manera.

—Tú nos dejaste morir. Nos orillaste a esto. Es tu culpa, Milly.

—No... ¡No! ¡Eso no es verdad! Yo no... nunca...

—Tú nos convenciste de unirnos a la resistencia —dijo Rivalz—. Gracias a ti, yo fui asesinado.

—Rivalz, eso no... Yo no sabía que...

—Gracias a ti, y a que me involucraste en esto, yo también fui llamada a ese mundo para ayudar a Suzaku —dijo Shirley—. Gracias a ti, ese demonio me asesinó.

Kallen se mantuvo en silencio.

Milly retrocedió una vez más. Intentó armarse de valor al responder, pero lo único que logró fue que su voz temblara un poco.

—No, yo... Nunca... quise que esto pasara... Yo... No quiero que Yoshi también... muera... como ustedes...

—Ese mundo te importa más ahora —acusó Rivalz—. Te has vuelto una de esos sujetos que me asesinaron.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now