Capítulo XX: El Siniestro Plan de Beelzebumon

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     Rosemon y Ogodumon fueron los únicos comandantes dentro de las filas de Beelzebumon que se dieron cuenta, justo a tiempo, de que los enemigos estaban acercándose a gran velocidad. Ogodumon apenas pudo alertar a sus tropas, pues tan sólo pudo ver la forma en la que aquella ráfaga de energía de color rojo impactó a Rosemon transformándola en una nube de Datos. Ella apenas tuvo tiempo de reaccionar. Su grito no fue escuchado por nadie más que por su propio espíritu.

Ogodumon retrocedió por instinto cuando vio a las dos moles de metal posándose frente a él, a la par que escuchó la manera en que el grupo de justicieros se encargaban de eliminar a todos aquellos enemigos insignificantes que aún pretendían bloquearles el paso. No había manera de contener las fuerzas de quienes luchaban del lado de la luz, pues el escudo de energía que se desprendía del Lancelot bastaba para cubrirlos a todos. Los ataques salían, pero ninguno podía entrar.

El Knightmare de color blanco dirigió su rifle hacia Ogodumon y simplemente disparó, sin mediar más palabras. La Tormenta de Tinieblas de Devidramon se unió al V-Breath Arrow de AeroVeedramon para eliminar todo rastro de aquellos Digimon indeseables que aún pretendían interponerse. Y al disiparse la nube de Datos de Ogodumon, fue el momento de hacer una momentánea pausa.

Nene no había perdido en absoluto la habilidad para encargarse de manejar los controles ocultos del Gawain, y aquello no cambió en nada con las nuevas funciones que Lloyd añadió al Knightmare. Si bien se sintió un poco confundida en los primeros segundos, pronto encontró la manera de utilizar cada función a su favor.

—Zero, tengo al castillo de NeoVamdemon en el radar —informó la chica velozmente, presionando los controles para mostrar aquel mapa que mostraba, además, las señales calóricas de cada ser vivo en la pantalla—. Los enemigos están congregados en las torres más altas, y hay un grupo de ellos vigilando las mazmorras. Tendremos que dividirnos.

—Podemos derribar esas torres —propuso Zero—. Un disparo del Gawain bastará.

—Es arriesgado atacar la estructura del castillo en estos momentos —se negó Nene—. Nuestra prioridad es rescatar a Katsura. Si atacamos las torres, las mazmorras podrían quedar sepultadas bajo los escombros.

—En ese caso, tendremos que utilizar una distracción para entrar a ese castillo, ir a las mazmorras y sacar a Shinyuga de ese lugar —razonó Zero—. Pero si lo que Mochizuki dijo es totalmente cierto, los poderes de Beelzebumon aniquilarían a cualquiera de los nuestros.

—No —intervino Nunally—. Hay otra manera.

La expresión de su hermano mayor se endureció tanto que por un instante pareció imposible que pudiera volver a sonreír alguna vez. Era totalmente imposible aceptar que su hermana menor estuviese comenzando a aprender de su capacidad para crear estrategias. Y era mucho peor darse cuenta de que eso no era más que un preludio. En algún momento, Nunally querría ser parte activa de los combates. Y él no estaba dispuesto a permitirlo.

Ojalá Nene hubiese pensado igual.

— ¿Qué es lo que se te ocurre, Nunally? —preguntó la chica.

Nunally dio un salto para posarse a un lado de Nene en el asiento del piloto. Trabajosamente, Nunally consiguió situar el mapa en el punto exacto al otro lado de la puerta principal. En aquellos muertos jardines que únicamente eran vigilados por un círculo de Soldados de Pesadilla.

—Podemos pelear aquí —dijo Nunally, sin percatarse de que a su hermano no le agradaba la idea de que ella quisiera incluirse en ese plan—. Si logramos hacer que los enemigos bajen a este lugar, no será necesario atacar la torre. Eso nos daría tiempo para ir a las mazmorras, rescatar a esa chica y salir de ese castillo. Y cuando estemos afuera, podemos usar a nuestro favor una de las armas de destrucción masiva del Lancelot o del Gawain.

Nene de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora