Capítulo LXVII: La Ira del General Azul

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     El general rojo dormía intranquilamente. Seguía aferrándose a las sábanas, antes de que su cuerpo se relajara sólo por unos segundos. No podía despertar. Nadie tenía idea de qué era lo que lo atormentaba en sus pesadillas. Las miradas que se posaban sobre él estaban totalmente cargadas de angustia. De incertidumbre. Sus palabras seguían rondando por la mente de sus amigos, sin poder dar una explicación.

Nene rompió el silencio al cabo de un par de horas. Soltó un suspiro que robó todas las miradas, y que sobresaltó a más de uno. Lelouch la fulminó con la mirada. Un par de miradas alrededor bastaron para que ambos supieran que el grupo entero estaba por quedarse dormido. El cansancio acumulado de tantas aventuras empezaba a pasar facturas.

Resignado, Lelouch decidió tomar las riendas.

—No podemos quedarnos aquí por siempre —dijo, con la voz de Zero—. Taiki no despertará por ahora. Debemos esperar a que se recupere, y luego haremos un plan.

—Yagami tiene que pagar por lo que le hizo a Cutemon —espetó Akari.

—Pagará cuando llegue el momento —dijo Lelouch—. Por ahora, vamos a descansar. Hay que tomar una ducha, cenar algo, y dormir. Tomaremos turnos para vigilar la puerta. Es una orden.

Sin decir más, se levantó del sofá donde esperaba. Salió de la habitación, seguido por Nene, quien se encargó de activar los sensores con su Xros Loader.

El príncipe se enfiló por el pasillo. Compartió una mirada de complicidad con Nene. Caminaron juntos sin tomarse de las manos. Eran cómplices en ese momento.

Cómplices que sabían bien, incluso antes de recibir explicaciones, que no sería fácil revertir lo que Taichi había causado.

Dentro de la habitación, Kiriha no quiso intentarlo siquiera. Se negó rotundamente a abandonar a su mejor amigo, a pesar de que incluso él sabía que Taiki no despertaría pronto. Permaneció sentado cerca de él, embotellando sus sentimientos y convirtiéndose en lo más cercano a la voz de mando. Incluso a pesar de que en el fondo había perdido por completo su espíritu de lucha.

El Digimon King sufría en silencio. Sólo Gumdramon, Dorulumon y Damemon podían notar que luchaba contra el deseo de sucumbir sin importarle lo que los otros pudieran decir. Para Gumdramon fue especialmente impactante ver así a su mentor. De pronto, comenzó a sentirse pequeño e inútil. Se preguntó cómo habrían sido las cosas si hubiera sido Tagiru quien fuera atormentado por las pesadillas. Admiró la fortaleza del Digimon King.

La voz de Damemon rompió el silencio. El Digimon King no pudo evitar fulminarlo con la mirada.

—No lo entiendo—dame... —dijo—. ¿Qué fue lo que pasó con Taiki, en primer lugar—dame?

Kiriha suspiró.

El Digimon King respondió, a pesar de que realmente no se sentía capaz de hacerlo.

—Se detuvo su corazón... Se esforzó demasiado... Fue muy repentino... Ni siquiera... pude sentirlo...

—Eso no explica que no sepa quién es—dame. ¿O sí—dame?

—No —dijo Dorulumon—. Y tampoco tiene sentido que esto sea lo que Minerva quiere...

—El plan de Minerva no era que Taiki Kudou perdiera la memoria —intervino Rei—. Un Héroe Legendario sin recuerdos no sirve para luchar en la batalla que nos espera.

—Tiene que haber una explicación... —dijo Akari—. Sé que Taiki no volverá a ser el mismo después de esto... Tal vez... Airu... tenga razón...

Nene de la RebeliónTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon