Capítulo XLI: El Resurgir de Kiriha - ¡Resiste, Taiki!

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     Las puertas del ascensor del quinto nivel se abrieron sin causar sobresaltos, pues dos balas veloces se encargaron de eliminar a los dos Fugamon que vigilaban la zona. El chico de los ojos púrpura dio un par de pasos en aquella gigantesca cámara solitaria y oscura, en compañía de Labramon. Bajó su arma por un momento, sólo para enjugar un hilo de sangre que corrió desde el ojo donde portaba el Geass. Se sintió un poco mareado, pero supo disimularlo perfectamente. Labramon no lo notó.

Dio un par de pasos más, hasta disparar los sensores del suelo que encendieron las luces de la cámara. El chico se quedó sin habla al ver la celda al fondo, donde el gran Kiriha Aonuma había quedado reducido a un saco de huesos.

Luchando contra el torrente de emociones, Lelouch sopesó sus opciones. Se aseguró de aún mantener oculto el Xros Loader de Taiki, y verificó que a su arma le quedaban sólo tres balas más. Si cada una podía eliminar a un Digimon, ¿podrían bastarle para llevar a cabo su misión?

— ¡Aonuma! ¡Responde!

No le sorprendió en absoluto que Kiriha levantara el rostro a pesar de las condiciones tan deplorables en las que se encontraba. Lo contrario habría sido imposible de creer.

— ¿L-Lamperouge...?

Kiriha tampoco podía creerlo. De entre todas las personas posibles, ¿por qué justamente Lelouch había ido a buscarlo?

—Voy a sacarte de aquí —dijo Zero decidido.

No estaba dispuesto a andar con rodeos en una situación tan grave. Tan sólo, y a pesar de saber cuáles serían las consecuencias, invocó al poder de su Geass que logró destruir las ataduras y los barrotes de la celda. Kiriha cayó al suelo, finalmente libre. Y Lelouch, luchando contra su orgullo, se acercó lentamente hacia él para tenderle una mano que Kiriha pensó en rechazar. Terminó por aceptar la ayuda, levantándose a pesar del dolor que sentía.

— ¿Cómo llegaste aquí? —exigió saber el chico rubio.

—Ha sido un largo viaje —respondió Lelouch—. Pero no tenemos tiempo para detenernos a charlar. Tenemos que volver arriba, y vencer a Lilithmon.

Acto seguido, sacó el Xros Loader de Taiki de su escondite y lo entregó en manos de Kiriha. La luz sagrada se desprendió del aparato, sanando los daños más graves en el cuerpo de Kiriha y dotándolo de energías para poder continuar. Confundido, el chico miró a Lelouch en busca de respuestas. El chico de los ojos púrpura se encogió de hombros.

—Al parecer, eso ha pasado con cada miembro del equipo que rescatamos —explicó—. Ya hemos conquistado tres de los Siete Reinos. Si nos damos prisa, podremos conquistar el cuarto.

— ¿Cómo conseguiste este Xros Loader? —continuó Kiriha implacable.

—Kudou me lo dio para poder llegar hasta aquí —respondió Zero impaciente—. Él se ha quedado arriba, luchando contra Lilithmon.

— ¿Pelea sin su Xros Loader...?

—Sí. Por eso debemos darnos prisa.

Kiriha asintió, decidido. Y al instante, su semblante se oscureció.

—Lamperouge —dijo—, ¿cómo has vencido a Etemon?

— ¿Vencer a quién...?

La detonación de un arma los obligó a actuar velozmente. Lelouch cubrió a Kiriha con su cuerpo y se lanzaron ambos al suelo, llevando consigo a Labramon. En cuclillas, ambos observaron que Nina Einstein había vuelto a la contienda. Los ojos opacos volvieron a aquel rostro lleno de sufrimiento. Y ella, respondiendo a la pregunta del chico rubio, lanzó a los pies de ambos el micrófono que caracterizaba al mono anaranjado.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now