Capítulo LXXIV: Hasta dar el último suspiro - ¡Derrotemos a Barbamon!

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¡Hey, hola! Lamento mucho la tardanza. En serio, no tienen idea de cuánto me está costando el arco de Barbamon. ¡Les juro que haré que todo valga la pena. Les dejo la canción Under Grey Skies de Kamelot para que escuchen mientras leen la última escena, cuando Yuu toma la espada. ¡Que lo disfruten!

     Tswarmon, Arresterdramon y Meikramon surgieron majestuosamente ante el último Señor Demonio. Las miradas de determinación de los tres guerreros humanos no desaparecieron, ni siquiera cuando LadyDevimon lanzó el pimer ataque. La ráfaga de murciélagos voló hacia Meikramon y pretendió atraparla en el torbellino. Dos segundos después, la Digi-Ninpou de Tswarmon quedó al descubierto. Los murciélagos destruyeron un muñeco de paja. La verdadera Meikramon se abalanzó sobe LadyDevimon por su espalda para asestar un par de mordidas en su cuello. La mujer demonio intentó lanzarla al suelo para someterla. Meikramon se resistió para tener una caída perfecta. LadyDevimon no pudo esquivar el impacto del Prism Garret que la dejó reducida a una nube de Datos. Barbamon se protegió del ataque con un campo de fuerza que apareció sin que él moviera siquiera un músculo.

Miro en silencio a los guerreros que lo miraron de vuelta, con la misma determinación de alguien que no está dispuesto a retroceder.

Dentro de las esferas, las descargas eléctricas torturaron a los rehenes. Los gritos de Nunally taladraron en lo más profundo del alma de Tagiru. El muchacho tuvo que luchar contra sí mismo, para evitar car en las provocaciones.

Barbamon se mantuvo altivo.

—Podemos ahorrarnos los juegos, Barbamon —espetó Yuu—. No queremos escuchar tus monólogos.

El demonio lo hizo callar extendiendo una mano hacia él. El muchacho se elevó en los aires. Fue difícil respirar. Un puño de hierro parecía estar aplastando su corazón. Era diminuto en comparación con el Señor Demonio.

Barbamon lo observó detenidamente. El brillo que brotó de sus ojos hizo que Yuu sintiera un potente escalofrío.

—Yuu Amano —dijo Barbamon con su voz terrible—. ¿Por qué un humano como tú cree que puede hablar con un dios como yo, como si fuéramos iguales?

—No eres... un dios...

—Soy el rey soberano de este reino. Soy el amo absoluto del Mundo Digital.

—No eres más que... una herramienta...

Barbamon dejó caer a Yuu con violencia. El muchacho se desplomó ante Meiko y su mejor amigo. Al instante, lanzó un alarido de dolor. Su muñeca izquierda estaba rota, con el hueso expuesto y los Datos desprendiéndose del borde de la herida.

—¡Yuu...!

Tswarmon quiso correr al rescate. Disparó sus bombas de humo para ganar un par de segundos e intentar llegar con su compañero. La mano de Barbamon, sin embargo, se cerró sobre su cuello para lanzarlo contra las gradas desde donde los ojos vacíos de los caídos los observaban. El muro se cuarteó al impactarse. Cayó al suelo y quiso levantarse nuevamente. Al grito de Danza Mantis, fue iluso y creyó que podría golpear al demonio. Sólo logró sentir el impacto del báculo que lo dejó sin aliento, y que desgarró su estómago hasta abrir una gran herida. Se desplomó en el suelo. A pesar de que no perdió su Digievolución, tampoco tuvo fuerzas para levantarse nuevamente.

Con todo, Barbamon no se detuvo. Acribilló a Tswarmon con un par de ráfagas de fuego, antes de someterlo nuevamente y obligarlo a elevarse tal y como había hecho con Yuu. Mantuvo a raya a Tagiru y Meiko, encerrando a Meikramon y Arresterdramon en espirales de fuego antes de que pretendieran atacar nuevamente.

Nene de la RebeliónDove le storie prendono vita. Scoprilo ora