Capítulo LII: El Mensaje de Minerva

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     Mervamon no tenía fuerza para levantarse de nuevo. Apenas pudo girar para quedar en los brazos de Nene, al menos hasta donde las diferencias de tamaño lo permitieron. La agonía se hizo presente con más distorsiones que atacaron a Mervamon, haciendo que su cuerpo luciera difuso cada pocos segundos. Respiraba con dificultad. Y aún así, logró conectar su mirada con la de Nene. Las lágrimas de la chica cayeron sobre el rostro de la guerrera, atravesándolo al cruzarse con otra distorsión.

—Mervamon... Resiste...

Nene deseó poder pedirle a Mervamon que entrara al Xros Loader. Lo habría hecho, de no haber sido por la certeza de que eso de ninguna manera funcionaría. La esperanza que quería conservar sólo destruiría más su espíritu. Sparrowmon se acercó también a la escena, sin encontrar las palabras y sabiendo que la culpa por su silencio lo perseguiría por el resto de su vida.

De inmediato, la escena se transformó en algo íntimo. Lelouch no dejó ir la expresión de Zero, a pesar de colocarse en cuclillas a un lado de Nene. Inseguro, extendió una mano hacia ella. Mervamon hizo otro tanto, tocando la mano de Lelouch antes de que otra distorsión detuviera su encuentro. El valor de la guerrera desapareció. Y a pesar de eso, a pesar de la respiración agitada que sólo podía traducirse como el miedo a lo inevitable, no lo demostró. Tampoco quiso externar el dolor que se extendía por todo su cuerpo. Sólo se ocupaba de resistir el tiempo suficiente para decir aquello que no quería llevar consigo a la tumba.

—N-Nene... N-No olvides lo que dijo Ophanimon... S-sólo ustedes pueden... s-salvar nuestro mundo...

—Mervamon... ¡Mervamon, no te despidas...! ¡Resiste...!

Más lágrimas brotaron de los ojos de la chica. Mervamon dirigió su mirada, que poco a poco se tornaba más opaca, hacia Sparrowmon.

—Debes ser fuerte, Sparrowmon... Eres nuestra última esperanza...

Sparrowmon asintió. El nudo en su garganta era tan grande, que apenas podía respirar.

Por último, la mirada de Mervamon se posó sobre el príncipe exiliado. Ella tuvo que hacer un gran esfuerzo para reunir toda la firmeza que fue posible en su voz.

—Ella te necesita ahora... Necesita un escudo... Y una espada... E-es... tu turno...

Lelouch asintió.

—Lo prometo, Mervamon.

Esas palabras hicieron que ella pudiese suspirar, dejando ir así la fuerza que le quedaba.

Por un instante le pareció ver una pluma negra cayendo sobre su estómago. De esa forma, ella pudo sonreír. Miró por última vez a Nene. Se esforzó por acariciar la mejilla de la chica con una mano que desapareció al sentir la última distorsión.

—Aunque no fue mi destino... y yo no fui una Digimon elegida... fue un honor haber sido... tu compañera...

—Mervamon... Por favor, no...

—Sé que lo lograrás... Nene...

—¡Mervamon, espera...!

A pesar de la súplica de Nene, Mervamon cerró los ojos sin borrar su última sonrisa. Su cuerpo se desvaneció ante los ojos de la chica, cuyas pupilas se contrajeron al tiempo que su corazón se estrujó. Más lágrimas brotaron de sus ojos, cuando ella cerró ambos puños para golpear el suelo con tanta fuerza que sus nudillos no tardaron en quedar ensangrentados.

—Mervamon... ¡Mervamon...! ¡Regresa, por favor...! ¡Mervamon...!

Se deshizo en un sollozo que desgarró un poco su garganta. Intentó ver los mejores momentos que pasó con su gran amiga, recordando sólo aquella sonrisa de suficiencia y la personalidad tan fogosa de la valiente guerrera. Se hizo un ovillo, cubriendo sus oídos con ambas manos sin dejar de gritar su nombre. ¿Existía alguna manera en la que el vínculo entre un Digimon no elegido y un humano pudiese ser tan fuerte, que la ruptura era tan dolorosa? Ella era el mejor ejemplo, pues deseó con todas sus fuerzas haber sido más astuta. Haber usado su Geass sobre Mervamon, soportando una vez más el dolor con tal de salvar la vida de su compañera. Y no lo hizo. La culpa la perseguiría por siempre. El dolor que desgarraba su alma no se apagaría jamás.

Nene de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora