Capítulo LXXVIII : Ahora es tu turno

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     Era imposible saber si era de día o de noche, pues el cielo en el Campo del Infierno era oscuro en todo momento. Con todo, el equipo de Taichi decidió tomar un descanso. Sus estómagos estaban vacíos, pero eso no les impidió caer profundamente en los brazos de Morfeo.

Meiko y Meikuumon aún disfutaban los privilegios de la victoria, pues todos estuvieron de acuerdo con la idea de dejar que ambas recuperaran sus energías en paz.

Taichi y Ryo montaban la guardia. Consiguieron encender una fogata que los mantuvo cómodos, a pesar de que sus estómagos rugían. En el castillo blanco no pudieron encontrar nada más que un par de mantas y cojines para quienes no debían montar la guardia todavía. Pero la fogata parecía ser suficiente para Taichi y Ryo.

El chico de las gafas de aviador sólo miraba desde el balcón del castillo blanco, preguntándose por qué Yuujin Oozora parecía no necesitar tomar al menos una pequeña siesta.

Soltó un chasquido con la lengua. Los ronquidos de Zero llamaron su atención por un segundo. Suspiró de mala gana.

—Esos malditos deben estar muy cómodos con toda la comida, en esa cueva olvidada... Oozora e tan extraño como ellos... Aunque se haya puesto de nuestro lado, no puedo terminar de confiar en él.

Ryo se encogió de hombros.

—Ya te lo he dicho. Podemos conseguir comida si modificamos la información de este lugar. Lloyd Asplund se volvió un experto.

Taichi bufó.

—No pienso pedir la ayuda de esos asesinos...

—Debes saber que no comparto tus ideas, Yagami.

—Lo sé, Akiyama.

—Tal vez no fue una buena idea salir de la cueva sólo así. Todavía puedo volver y pedirle a Yoshino algunas provisiones.

Taichi suspirpo. Negó con la cabeza. Fue a tumbarse a un lado del otro muchacho.

—Si Lamperouge se da cuenta de que los necesitamos, nunca podremos deshacernos de ellos. Los tendremos pisando nuestros talones en todo momento. Lo principal que debemos hacer es buscar una forma de eliminarlos, no de quedar en deuda con ellos.

—Comparto tu idea de no provocar más daños, pero...

—No permitiré que ellos, que tienen el poder de destruir lo poco que queda del Mundo Digital, sigan tratando de convencernos de que no existe otra manera. Voy a destruirlos en el campo de batalla. No me importa que nadie más me siga.

—¿Eso no te convierte en lo mismo que ellos son?

El silencio incómodo fue su única respuesta. Taichi se negó a responder. Fijó su mirada en la fogata y sólo frunció el entrecejo.

Quedaban sólo doce horas antes de que el último capítulo de la historia comenzara a ser escrito.

Sólo que ninguno de ellos podía saberlo de ninguna manera.

Una corriente de aire gélido corría dentro de la cueva, en una de las cámaras más grandes. Un par de distorsiones en el terreno revelaban que Lloyd había modificado la información para crear esa pequeña área. Era una cámara con un par de plataformas y rocas gigantes. Perfecta para tomar un poco de aire fresco. Tanto como el encierro autoimpuesto podía permitir.

Eran pocos quienes necesitaban tomar un respiro. El resto estaba adentro, deseando no perderse el más mínimo detalle mientras los tres líderes decidían cuál sería el siguiente movimiento.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now