Capítulo 4

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—Evan Lerman es el YouTuber más guapo del mundo.

Katy y yo nos miramos con confusión.

—Pensé que el más guapo era Ramón —empezó a decir Katy, pero Theresa la interrumpió.

—Rubén —le corrigió—. Y también, pero él no va a venir a nuestro instituto y Evan sí.

Intenté disimular mi risa. Para Theresa sus Youtubers favoritos eran como para Katy sus cantantes preferidos: dioses intocables de los que no se podía decir nada malo. Confundir nombres era solo el primer paso para entrar en su lista negra. Como Katy había dicho en la biblioteca, nuestra amiga se pasaba tanto tiempo en casa que su única distracción era navegar en la red para contactar con el mundo real.

—Estoy deseando que vuelva Chloe, ella seguro que me entiende.

Theresa hizo un mohín. Aunque Katy y yo estábamos más distantes del mundo de internet, Chloe compartía un poco su afición con ella. Nos compensábamos entre todas.

—Venga, que aquí estamos nosotras —la animó Katy, golpeándola con el brazo al pasar para abrir las puertas hacia la calle—. O al menos me tienes a mí, porque Emma se va ya.

Las clases habían terminado y yo tenía pruebas para el equipo de atletismo. No dudaba que fuese a entrar, el año pasado el entrenador me había reclutando al verme correr en medio del aparcamiento para no llegar tarde a la clase de historia. Mi castigo fue apuntarme al equipo, y descubrí que no solo se me daba bien, sino que correr me gustaba. Por mi cuenta nunca lo hubiese intentado, por si fallaba. Me sentía muy mal conmigo misma cuando las cosas no me salían bien Sin embargo las normas son las normas, y tenía que hacer las pruebas como todos los demás.

—Estaba esperando a Emma esta mañana, cuando llegó Tina y me contó que al pasar por el despacho de la directora para recordarla que fuera la reunión, vio a una señora hablando con ella. La escuchó perfectamente decir que quería que Evan Lerman empezara esta misma semana a estudiar aquí. Por lo visto ella era su madre.

Continuó hablando unos minutos más sobre lo genial, fantástico y guapísimo que era Evan Lerman. Para cuando llegamos a la entrada al campo, su rostro estaba colorado.

—¿Os lo imaginais? ¡Evan Lerman!

Me incliné sobre Katy para darla un beso en la mejilla antes de irme. Susurré en su oido:

—Esta ya se ve casada y con hijos de ese Evan Lerman.

Katy se rió con disimulo mientras me acercaba para darle otro beso a Theresa. Acomodé la mochila con la ropa deportiva sobre mi hombro y fui directa a los vestuarios. Apenas había unas veinte chicas. Probablemente entrarían casi todas. Reconocí a Lisa y Martha entre otras compañeras del año anterior.

No había equipo de atletismo masculino. Con que hubiese de fútbol parecía ser suficiente. El entrenador nos dijo un año que lo había intentado, pero solo se presentaron tres chicos y con eso no daba para formar equipo.

Acababa de cambiarme a los mallas y atarme las zapatillas cuando Lisa apareció ante mí, totalmente lista en su ropa deportiva.

—¿Cómo lo llevas, Emma?

Me encogí de hombros y saqué el jersey por mi cabeza. El año anterior había aprendido a quitar la vergüenza que sentía inicialmente por cambiarme delante de más chicas. Por el rabillo del ojo podía ver que alguna de las nuevas se mostraba recelosa a hacerlo. Una chica pequeña y pelirroja miraba desde un lado del banco hacia todos lados, agarrando la parte baja de la camisa con sus puños.

—Cansada —contesté finalmente, dejando de observar a la chica y volviéndome hacia Lisa—. ¿Tú?

Lisa tiró de un mechón de su coleta lisa y rubia hacia abajo y también se encogió de hombros.

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now