Capítulo 41

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Me faltaba el aire. Daba bocados enormes, como si fueran comida, pero aún así no conseguía transportar suficiente oxígeno a mis pulmones. Notaba mis piernas doloridas, pero no me di por vencida. Nunca me daba por vencida. Forcé mucho más, dando un último impulso que bien podía llevarme a ganar o acabar con todas mis fuerzas.

Y al final, ese esfuerzo mereció la pena. No fui la primera en llegar a la meta, pero me sentía orgullosa de acabar en tercer lugar en la categoría juvenil de 100 metros lisos, especialmente si tenía en cuenta que era la chica de menor estatura del grupo.

Después de la entrega de premios, en mi caso la medalla, Evan se acercó para felicitarme. Tal como había prometido vino a verme en cuanto tuvo la oportunidad. Intenté alejarme de él porque estaba entera sudada pero no me lo permitió. Me agarró pasando el brazo sobre mis hombros y estrechándome contra él.

—Cuando terminaste de correr pensé que ibas a vomitar —comentó antes de darme un beso en la frente.

No solo él, yo también tuve ese presentimiento. Nuestro instituto nunca fue de los mejores y las demás deportistas eran muy buenas. Me esforcé al máximo y los resultados me gustaron.

—Ahora mismo solo quiero volver a casa, darme una buena ducha y meterme a leer en la cama —comenté, resistiendo la tentación de estirarme.

Tenía las articulaciones entumecidas de la carrera. Lo bueno de que Evan hubiese venido a verme es que podía volver a casa en coche con él y no en el autobús, por eso iba a aprovechar y tomar un largo baño en mi casa. Mi padre y mi abuela no habían venido a verme pero no los culpaba, si tenían que ir a todas las carreras les amargaría muchos fines de semana.

Evan comenzó a guiarme en dirección al aparcamiento.

—Estoy de acuerdo con la parte de la ducha, la necesitas —intenté darle un codazo en las costillas pero eso solo hizo que se riera—. Sin embargo la idea de pijama y cama... me temo que no podrás llevarla a cabo.

Moví la cabeza en su dirección, mirándole confusa.

—¿Recuerdas del día que hablamos sobre hacer una fiesta después de una carrera de atletismo? —Comentó.

—No me gusta por donde vas...

Vi cómo su sonrisa se ampliaba. Lo recordaba perfectamente, y aunque en su momento me pareció una buena idea, ahora ya no tanto. Me había esforzado mucho. Solo quería una ducha y descansar. Y comer, porque también tenía mucha hambre.

—Katy y yo ya nos hemos encargado de difundir la noticia: hoy fiesta en casa de Logan Lerman. Mi madre nos ha dado permiso, aunque realmente no era necesario ya que yo soy quien paga el alquiler...

Esa noticia era nueva, aunque tampoco me sorprendía. No le había preguntado cuánto ganaba pero suponía que bastante. Poco antes de llegar al coche la luz de un flash bastante innecesario me cegó momentáneamente. Escuché a Evan maldecir y ambos aceleramos el paso.

Estaba empezando a acostumbrarme a ser fotografiada, aunque no me hacía mucha gracia que me atraparan con una indumentaria como la de ahora: mallas, camiseta de deporte y pelo revuelto por la carrera. ¡Por no hablar de los coloretes y el sudor! La fama de los fenómenos de internet era extraña, porque no aparecían tanto en las noticias de la televisión sino en las que te encontrabas en la red.

—Cada vez están más pesados con las fotos —se quejó una vez estuvimos a salvo dentro del coche—. En mi próximo vídeo creo que voy a quejarme de ello, a ver si pillan la indirecta.

Asentí, aunque vi en ese momento mi oportunidad. Llevaba unos días dándole vueltas al asunto de la evolución de Evan desde que yo le conocí hasta ahora. Él me había contado que tuvo un momento de rebeldía tras la separación de sus padres y al final eso se convirtió en un obstáculo para su carrera.

Besos desde la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora