Capítulo 38

28.5K 2.9K 751
                                    

—Sé sincera, ¿qué te parece?

Miré a Katy mientras la cola para pedir nuestras palomitas avanzaba lentamente. Era sábado y estábamos en el cine, en una primera cita oficial en parejas. Habíamos invitado a Theresa y a Chloe a venir, pero habían declinado la oferta. Últimamente ambas tenían un comportamiento de lo más extraño.

—Me parece muy simpático —respondí, dando un pequeño paso hacia delante con el resto de la cola.

Mientras Evan y Matt iban a por las entradas, nosotras habíamos decidido ir pidiendo algo de comer, momento específico en el que mi amiga aprovechó para saber qué opinaba de su pareja. Hasta el momento, no me parecía un mal chico. Sin embargo mi respuesta no la terminó de convencer.

—Eso es lo que se suele decir cuando quieres esconder que no te gusta su físico.

Alcé las cejas, no me había dado cuenta de que quería saber mi opinión sobre su atractivo. Estaba de acuerdo en que podía ser un factor de interés, pero no el más importante.

—¿Qué dices, tonta? Mathew no es feo.

Y esas sí debían de ser las palabras que Katy estaba buscando, porque se llevó las manos a la boca conteniendo una sonrisa fuerte y brillante, dio un pequeño salto como una niña a la que le dan una montaña de caramelos, y alzó la voz.

—¡Lo sé! Es super mono... ¡Y tiene unos músculos...! Los noté el otro día, cuando me cogió al caerme en el ensayo.

Negué con la cabeza, aunque su risa era contagiosa. No sabía si reírme de ella o con ella, pero como era mi amiga, decidí que tenía que ser lo segundo. La cola finalmente terminó de moverse, cuando el indeciso que teníamos delante escogió el paquete grande de palomitas, y nosotras ocupamos su lugar. Katy se ocupaba de llevar las bebidas que compartiríamos y yo la comida.

Antes de que volviéramos a reunirnos con los chicos a la entrada, me preguntó:

—Oye, ¿estás bien?

Había estado algo callada, con la cabeza en mis asuntos, pero no pensé que ella se fuera a dar cuenta.

—Claro —mentí.

Sin embargo, Katy no se lo creyó.

—No me mientas, Emma. A mí no me engañas. Sigues preocupada por la noticia estúpida esa.

Suspiré, y ambas comenzamos a caminar más despacio. La noticia sobre mi supuesta infidelidad con Taylor había corrido como la pólvora de la noche a la mañana. Las chicas que me habían amenazado en el vestuario de gimnasia lo volvieron a hacer, y esta vez si acudí a la directora, que les impuso una sanción después de comprobar con Martha y su amiga que no era la primera vez que ocurría. No solo eso, por los pasillos del instituto volvían a lanzarme malas miradas, y estaba segura de que en la calle en ocasiones desconocidos hacían lo mismo.

—¿No dijiste que a Evan no le importó? Solo debería importante lo que piense él en ese asunto, y te ha creído a ti. Lo que opinen los demás te la debería traer floja.

Nada más leer la noticia llamé a Evan. Nosotros técnicamente no estábamos en una relación real. Hubo un día en el que casi nos acostamos, pero nunca hablamos de ello. Tampoco se volvió a repetir. Aún así me sentía en la obligación moral de explicarle lo que había pasado.

A diferencia de cómo había reaccionado yo, él no le dio importancia al asunto. Me creyó a la primera cuando le conté que Taylor y yo solo estábamos haciendo las paces y me explicó que no era la primera vez que los medios de comunicación soltaban alguna mentira como aquella sobre él o sus relaciones pasadas.

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now