Capítulo 42

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Katy y yo estábamos de camino a casa de Evan, entonándonos mientras escuchábamos a Enrique Iglesias y charlando de la reacción de mi familia.

—Sabías que tarde o temprano se iban a enterar —acordó ella, meneando la cabeza al ritmo del famoso baby I like it—. Al menos se lo han tomado mejor de lo que pensabas.

Lo único que pidieron fue volver a ver a Evan. Él les había caído bien, pero no les gustó nada la forma en que se enteraron de nuestra relación: una amiga de mi abuela le enseñó una de las noticias de la red, donde había varias fotos de Evan y mías paseando juntos y besándonos.

No me gustó decepcionarlos, pero ahora que lo mío con Evan era real, no solamente por convencer a su madre, me pareció que debían saberlo. El tema era que yo tendría que habérselo contado.

—¿Vendrán Theresa y Chloe? —Pregunté cambiando de tema.

Cada día que pasaba pensaba que estaban más distanciadas y, francamente, no lo entendía. Ellas se llevaban tan bien como Katy y yo. Además ninguna quería contarnos que estaba pasando.

—Creo que los padres de Theresa venían de visita e iba a pasar el fin de semana con ellos —reflexionó mi amiga—. Chloe por otro lado sí que es probable que venga.

—Hace mucho que no nos divertimos las tres juntas —me quejé, porque lo echaba de menos.

Ir de compras en grupo, escuchar música a todo volumen encerradas en el coche, contarnos cotilleos o, simplemente, estar tranquilas, pero juntas. Antes éramos un grupo, pero esta última semana parecíamos simplemente un dúo, Katy y yo, y ellas por separado.

Cuando llegamos a la casa de Evan, el precioso jardín delantero se había convertido en un aparcamiento.

—Madre mía, no quiero ser el jardinero que tenga que arreglar esto el próximo día —comentó Katy de la que pasábamos a través de la verja abierta.

La casa de Evan, al igual que el resto de casas alejadas unas de otras en ese vecindario, carecían de aparcamiento fuera. No había demasiados coches, de hecho detrás de nosotras acababa de llegar un taxi del que salieron cuatro chicas en cuatro vestiditos demasiado cortos y demasiado apretados, aparentemente decididas a pasar una buena noche.

—Tiene pinta de que habrá gente —le comenté a Katy mientras nos bajábamos del coche. Ya sonaba música desde el interior de la casa.

—Por si no te has dado cuenta, Em, tu novio es una estrella de Youtube. ¡Claro que va a haber gente!

Rodé los ojos y entrelacé mi brazo con el suyo mientras caminábamos hacia la casa. Me había metido con los vestidos de aquellas chicas, pero lo cierto es que yo no podía hablar demasiado, porque llevaba un atuendo parecido. Para mí aquella era la primera fiesta en la que me presentaba con Evan oficialmente como pareja, algo así como la primera cita real que teníamos. Quería verme guapa, sentirme yo guapa.

Mi madre siempre decía que para ser bella, primero debes sentirte tú bella.

No me equivocaba al prever que habría gente. Nada más abrir la puerta, que estaba trabada para que no se cerrara nunca del todo, el sonido de la música todavía más alta llegó acompañada de las voces de todas las personas que estaban en el amplio recibidor de concepto abierto. Conocía a algunos como compañeros del instituto, pero otros eran completos desconocidos.

Me alegré al ver la cara de Susan entre la multitud. También me sorprendió comprobar que se había vestido para la ocasión. No me imaginaba a mi madre participando en una fiesta llena de adolescentes. La señalé con la cabeza y guié a Katy para acercarnos a ella.

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now