Capítulo 15

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Me tambaleé unos segundos hacia atrás, pero ninguno de los dos iba lo suficientemente rápido como para derribar al otro. Solo por si acaso me agarré a la pared para mantener el equilibrio. Evan también hizo el amago.

—Tú —susurró cuando sus ojos se encontraron con los míos y también me reconoció—. Contigo quería hablar.

El dolor que se había transformado en rabia después de haber visto a Taylor con Mar seguía dentro de mí, latente, buscando la salida por la que explotar. La idea de dosificarlo en pequeñas dosis con una persona como Evan Lerman me pareció genial en ese momento.

—Yo también quería hablar contigo —apunté, señalándole con mi dedo y alzando la voz por encima de la suya—. He visto el vídeo que subiste anoche a internet.

Él alzó las cejas.

—Claro que lo viste.

Su comentario me pareció tan sumamente cargado de prepotencia que me dieron ganas de reírme en su cara. Daba por hecho que yo había visto el vídeo. Probablemente sabía que lo vería incluso mientras lo grababa. Ese chico carecía de vergüenza alguna.

Imitando a mi abuela cuando me se enfadaba conmigo, puse los brazos en jarras y le miré seriamente.

—¿Y te parecerá bonito? —Exigí, sonando también exactamente igual que mi abuela—. ¿Cómo te atreviste a insinuar...?

Ni siquiera pude terminar la frase. Un gesto de asco terminó de decirlo por mí. Evan rió con fuerza, llamando la atención de unos chicos que estaban fumando. Oculté mi rostro con el pelo. Quería dejarlas cosas claras con Evan, pero no llamar la atención de los demás.

—Oye, solo dije la verdad, no mentí en ningún momento —se defendió a sí mismo, elevando las manos hacia arriba. Acto seguido su mirada se afianzó, bajando el rostro unos centímetros hacia el mío—. En serio, tienes el culo duro.

Mi rostro se incendió y él se acercó un poco más a mí, hasta que le bastó con susurrar para que yo pudiera escucharle:

—Tan duro como para romperme la nariz.

Eso fue suficiente para mí. Estaba harta. Harta de tener que aguantar sus tonterías. Harta de sentir mi estómago retorciéndose cada vez que veía a Taylor. Harta de que todo me saliese mal.

Por eso usé toda la fuerza de mis brazos para propinarle un buen empujón que le hizo perder el equilibrio y caer hacia atrás. Por el rabillo del ojo capté a los dos chicos fumadores prestándonos toda su atención. Aquí tendrían un buen show, y gratis.

—¿Por que narices tuviste que insinuar qué estamos juntos en tu video? No, mejor, ¿por qué tuviste simplemente que mencionarme?

Él parpadeó, mirándome desde el suelo, como si no lograra entender lo que le decía. No me parecía tan complicado, la verdad. Su actitud de inocencia simulada me dio coraje a seguir.

—¿Y qué hay de pedirle a tu tío que yo te enseñase el instituto? ¿Y tirarme la comida encima? Capto que no te caigo bien, pero lo que no entiendo es porque sigues tratándome mal. ¡Te pedí perdón por lo de la nariz! ¡Fue un accidente!

Algo en la diminuta mente de Evan se encendió, porque entonces él también comenzó a chillarme. Lo hizo al tiempo que se levantaba del suelo.

—¡No tienes ni puta idea de lo que me has hecho! ¿Yo hablé de ti en mi canal? Deberías sentirte halagada, millones de personas querrían que hiciera lo mismo.

—Imbécil —siseé entre dientes, aunque dudé que él me escuchase.

Había terminado de ponerse de pies y ahora me miraba desde casi una cabeza más de altura. Hice mi mayor esfuerzo por no amedrentarme y mantenerle la mirada, a pesar de que la intensidad de sus ojos marrones me ponía nerviosa.

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now