Capítulo 6

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—¿Me ha gustado verte, Emma? —Repitió Katy con ojos de escéptica—. ¿En serio?

Bufé y removí la sosa ensalada que vendían en la cafetería con el tenedor de plástico. Había tomado tantos litros de café para permanecer despierta a lo largo de la mañana que ya no tenía hambre. El estómago revuelto por haberme encontrado a Taylor tampoco ayudaba.

—Ya le conoces —me encogí de hombros, levantando un trozo de lechuga—. Siempre ha sido el perfecto caballero.

Las puntas de la lechuga estaban teñidas de un nada apetecible color marrón. ¿De dónde provenían los alimentos en aquella cafetería? Normalmente me preparaba mi propio almuerzo, pero esa mañana estaba demasiado cansada para hacerlo y esas eran las consecuencias que debía pagar.

—Por eso siempre dije que no hacíais buena pareja, ¿lo dije o no? Tú necesitas alguien con más sangre en las venas.

Katy me apuntó maliciosamente con el trozo de sandwich de pollo que tenía en la mano. Sonreí, a ella nunca le cayó bien Taylor.

—Lo dijiste —asentí—. Dios mío, esto está incomible...

Me observó unos largos segundos. Rebuscó en su mochila y me lanzó un plátano.

—Toma, no parece que quieras comer eso y yo no quiero que mi mejora amiga muera de hambre.

Un plátano no era exactamente el mejor almuerzo del siglo, pero parecía más apetitoso que aquella ensalada.

—Como me cuidas...

Katy me guiñó un ojo y dio otro mordisco a su bocadillo.

—Así que... —comenzó a tantear, y eso me dio un mal presentimiento—. ¿Estás lista para ver a Evan Lerman?

Estaba dándole un primer bocado al plátano. Supo demasiado agrio. Mastiqué la masa pastosa, notando mi expresión facial cambiar gradualmente al desagrado.

—He estado dándole vueltas al tema...

—¿De ahí tus ojeras? —Se burló Katy, interrumpiéndome.

Decidí no hacerle caso.

—... y no he vuelto a escuchar hablar de él en toda la mañana —terminé de decir después de un breve lapso—. Quizás era un bulo y no va a estudiar aquí.

A decir verdad, había pasado gran parte de la mañana escuchando conversaciones de los compañeros, intentando captar el nombre de Evan Lerman en cualquier conversación. Se suponía que el chico era medio famoso. Por lo tanto, todos deberían estar hablando de él. Ni siquiera Theresa había vuelto a dar señales de vida.

—O quizás quiera pasar desapercibido, quien sabe —contraatacó Katy—. Tiene más de 20 millones de suscriptores y solo diecisiete años, supongo que prefiera el anonimato a gente sacándole fotos.

Pensé en lo que dijo y recordé la escena en el festival. Su enfado contra mí por haberle tirado la bebida era irracional, pero lo que menos entendí fue por qué se lanzó contra una persona después de que le sacara una foto. En aquel momento pensé que estaría drogado y que el flash le volvió loco. Ahora tenía otra idea en la mente: si era famoso, no querría mala publicidad de él estando borracho en un festival. Mi madre solía decir que siempre que hablaran de ti todo valía, menos cuando te mermaban como persona.

—Como sea, lo más probable es que no me recuerde —dije finalmente, expresando mis deseos—. Era de noche y claramente estaba borracho.

—Además, solo fuiste la causante de que aparecieran miles de artículos en internet por el escándalo en el festival. ¿Por qué iba a hacer el esfuerzo de recordarte?

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now