Capítulo 13

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Cuando desperté a la mañana siguiente, mi habitación estaba iluminada por los rayos de sol que se colaban entre los huecos de la cortina. Pestañeé pesadamente, bostezando sin querer terminar de volver a la vida real, aunque la de mis sueños tampoco fuese del todo agradable. Evan Lerman me había perseguido en ellos. No había forma de librarme de él, ni siquiera cuando Morfeo me acogía entre sus brazos.

Rodé a un lado de la cama, estirando mis articulaciones mientras mis ojos terminaban de adaptarse a la luz. Ahí me di cuenta de que Theresa ya estaba despierta. Estaba sentada en el colchón hinchable que mi padre nos había preparado en el suelo de mi habitación, con la espalda apoyada contra mi cama y mirando la pantalla iluminada de su teléfono móvil.

—Buenos días —susurré pesadamente, notando mi voz pastosa y ronca por el sueño—. ¿Has dormido bien?

De primeras Theresa se sobresaltó, ya que no se había dado cuenta de que yo estaba despierta. Cuando me miró, no respondió a mi pregunta. En su lugar formuló la suya propia:

—¿Estás saliendo con Evan Lerman?

Eso terminó de despertarme del todo. Como si me hubiera tirado un caldero de agua fría encima, me incorporé sentándome en la cama. La cabeza me dio vueltas por la rapidez del movimiento mientras mi pelo desordenado se interponía en mi visión. Apoyé una mano en en el colchón para mantener el equilibrio y con la otra aparté los mechones. Lancé a Theresa una mirada desconcertada, quien parecía algo molesta.

—¿Estás borracha?

Dudaba que eso fuera posible, porque era por la mañana y anoche no había bebido nada, pero tampoco encontraba una explicación lógica para su pregunta.

Theresa me observó intensamente, y algo en mi expresión aturdida terminó de convencerla, porque su rostro se relajó y el resquicio de enfado que había visto inicialmente desapareció.

—¿Tess? —Insistí, usando su apodo cariñoso, mostrándola que estaba empezando a preocuparme.

Ella suspiró y luego negó con la cabeza.

—No, claro que no estoy borracha —dijo al final—. Pero déjame preguntarte una cosa, ¿eras tú la chica del festival con la que se peleó Evan?

Atrapada con las manos en la masa. No contesté, pero mi silencio fue suficiente para Theresa. De no haber sido yo, era obvio que ya lo hubiese negado. Su expresión volvió a adquirir el toque molesto.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Apreté los labios en una fina línea. Era una buena pregunta. Quizás tenía la idea, ahora me doy cuenta que equivocada, de que si no decía nada a nadie quizás todo quedase en el olvido, y si se quedaba en el olvido, acabaría siendo como si nunca hubiese sucedido.

Pero sucedió, y seguía pagando las consecuencias.

—Yo... —comencé dubitativa, no sabiendo como iba a aceptar mis palabras—. No sabía quién era él, y cuando le vi en el instituto todo fue de mal en peor. Bueno, ya conoces la historia de su cara y mi culo.

Theresa volvió a suspirar y su expresión cambió a una de compasión.

—Por increíble que sea, me creo que no sepas quién es él, aunque todo el mundo le conozca.

Aunque me aliviaba que no se hubiese enfadado, dudaba que tuviese razón. Evan Lerman solo era un youtuber, y su fama no iba más allá del mundo de internet. Hice la comprobación hablándole a mi abuela y mi padre de él, y ninguno le conocía. Por no hablar de Katy, que tampoco sabía quién era hasta que le buscó en internet.

Agarré una goma del pelo de la mesita de noche y me hice una coleta rápida antes de escurrirme de entre las sábanas y bajar con ella al colchón hinchable. Se hizo a un lado para dejarme hueco y ambas votamos por el movimiento.

Besos desde la LunaWhere stories live. Discover now