Capítulo 22

29.6K 3.2K 333
                                    

Me miré en el espejo de mi habitación, dando una vuelta sobre mí misma, haciendo que el vuelo de mi falda se elevara conmigo. Todavía faltaban unos minutos para las seis y hacía tiempo que había terminado de prepararme. Por un lado me recriminaba a mí misma el querer estar presentable para la cena. Al fin y al cabo, Evan no me importaba y todo esto era una mera pantomima. Por otro lado, me gustaba arreglarme y verme guapa. Además, había estado estudiando durante toda la mañana. Me merecía mi pequeño descanso.

Unos golpes resonaron en mi puerta, y segundos después mi padre apareció en mi habitación. Tenía la mala costumbre de no esperar a que le cediera el paso antes de entrar.

—Estás muy guapa —me elogió, sonriendo.

Eso me puso bastante alerta. Yo sabía que estaba guapa, pero no era algo que él soliera decirme, mucho menos cuando usaba maquillaje. Aunque apenas llevaba una suave base y brillo, siempre decía que prefería como lucía al natural. Tampoco le gustaba cuando me rizaba el pelo.

Observé precavida cómo se desplazaba dentro de mi habitación hasta sentarse en mi cama. Palmeó a un lado para que me situara a su lado.

—¿Qué sucede?

Por un segundo temí que supiera mis planes reales para esa noche. Por norma general no me gustaba mentirles, y tal vez por eso se creyó tan tan rápido que iba a ir a cenar con las chicas. Ni mi abuela ni él hicieron preguntas al respecto, una salida de chicas sin más, siempre que a las once estuviese en casa. Me sentía mal, pero peor iba a sentirme si les hablaba de un chico con el que realmente no tenía nada. La relación falsa con Evan duraría el tiempo suficiente para hacer que él se fuera del instituto, y si teníamos suerte quizás esta noche sería clave.

Bastante mal lo pasé cuando les tuve que decir que Taylor y yo ya no salíamos juntos. Más que la tristeza que llevaba por dentro, era soportar sus miradas y palabras de pena hacia mí.

—Acabo de hablar con tu madre —dijo nada más me senté a su lado, disipando completamente mis pensamientos—. ¿Cuándo ibas a decirnos que te invitó a pasar las vacaciones de fin de año con ella?

Apreté los labios y huí de su mirada como una cobarde. El tema de mi cita con Evan voló completamente de mi cerebro. Hacía unos minutos era una chica arreglándose para una cena. Ahora volvía a ser una adolescente nerviosa que prefería huir de determinados problemas. Una adolescente que no quería enfrentar a su familia. No me gustaba esa faceta de mi vida y de mi personalidad, pero solo pensar en hacerle frente me aterraba por dentro.

—¿Nicole?

Sabía que iba a seguir presionando hasta que yo le contestase algo, y odiaba seguir sosteniendo una conversación así. Acababa de empezar, y solo quería ponerle fin. Sin mirarle, con mis ojos todavía clavados en el suelo, contesté:

—No tienes de qué preocuparte, voy a decirla que no. Por eso no os dije nada.

Tardó unos segundos en contestar, mientras yo jugaba con las puntas de un tirabuzón, y su respuesta me tomó por sorpresa.

—Pues yo creo que deberías ir.

Esa vez si le enfrenté. Me volví velozmente hacia él, provocando que mi cuello se llevase un fuerte tirón. Coloqué la mano sobre la piel, tratando de calmar el dolor, y miré a mi padre con una mezcla de perplejidad y negación.

—¿Qué? ¿Por qué?

Mi voz sonó más aguda de lo que pretendía. Incluso mis cuerdas vocales sufrieron por ello.

—Porque es tu madre.

—Y tú eres mi padre. Quiero pasar las vacaciones con la abuela y contigo.

Besos desde la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora