II. Un montículo de tierra me persigue a muerte

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Después de unos minutos estábamos fuera de la casa listos para partir. Wat Tyler abrazó conmovedoramente a Berenice, la observó a los ojos y le deseó buena suerte con la mirada. Berenice le dijo que lo quería acariciándole los incipientes cabellos rubios que le crecían en la cabeza como si tocara algo tan frágil como rayos de luz. Wat Tyler podía ser fuerte pero se veía indefenso cuando ella lo miraba. Berenice emprendió la marcha volteándose cada unos pasos para observar al desolado Wat que la veía marchar. Nosotros nos despedimos de él por compromiso, sacudiendo una mano.

Volvimos a cruzar la pradera y grupos de árboles dieron la entrada al bosque donde nos habíamos cruzado con Berenice. Los matorrales, las setas y las zarzas rodeaban el camino hecho de guijarros que crujían bajo nuestros pies. Berenice iba delante. Los árboles se enmarañaban y entrelazaban con sus ramas raquíticas debajo de las nubes grises. Si mirabas hacia la maleza no se podía notar nada más allá de tres metros de distancia. El lugar me recordaba a las cejas de mi profesora de mate.

De repente una idea me asaltó:

—¿Este es el bosque peligroso que mencionaste?

—No, este es el Bosque de las Zarzas. Tenemos que atravesarlo. Cruzar el río, vadear la ciudad y entonces entraremos al Bosque Sin Principio, el que es peligroso. Sólo estaremos en las esquinas de esa región, no nos adentraremos. Algunos le dicen BSP. No podemos ir tan expuestos a las murallas de la ciudad, hay patrullas de vigilancia, por eso es inevitable caminar ese trecho en el borde del bosque, aunque sea tan peligroso. Entonces entraremos al sector deforestación.

—¿Por qué se llama el Bosque Sin Principio?

—Porque nadie sabe la historia de ese bosque. Su origen, es decir el principio. También se desconoce el final pero sería largo el Bosque Sin Principio Ni Final. Hay leyendas. Dicen que allí habitan criaturas extrañas, algunas hostiles o espíritus como Eco. Afirman que todo ese lugar es nuestro pasado pero los que sabían la existencia de aquellos habitantes murieron sin contar las historias.

—¿Qué es Eco exactamente? —preguntó Petra.

—Dicen que es un espíritu viejo que estuvo desde la creación del mundo, está enfadado de que ya no haya palabras o algo así, no recuerdo por qué odiaba a Logum, pero lo hace. Un soldado una vez me dijo que lo odia porque trabajan para el mismo señor, aunque no le creí. Dicen que se alimenta de carne humana y primero duerme a sus víctimas; pero si no puede robarte el cuerpo quiere arrancarte el sueño de noche, le gusta llevarse tu paz y ver tu mente. Pero son historias de campesinos, la gente de Salger ni siquiera sabe que existe el bosque.

—¿Tú crees esas historias?

Berenice se encogió de hombros.

—No sé. Si hay cosas allí es probable que nadie recuerde su nombre, los libros que contaban de ellas se quemaron y las lenguas que lo hablaban se silenciaron. Puede que sea cierto. Si estas malditas cosas...

Ella alzó su muñeca exhibiendo la computadora que emitió el último pitido contando la palabra cosas. Su piel alrededor del marcador se veía irritada.

+343

— Cuando termine la guerra investigaré ese bosque y conoceré las criaturas que viven allí —prometió con un aire soñador.

+329

—Además —añadió al cabo de unos segundos—. Quiero ver el mar del norte, está más atrás de la ciudad. Tú también deberías verlo.

Me sorprendió escuchar los sueños y ambiciones de Berenice, por lo general hablaba tan poco que si no la mirabas a los ojos te costaba creer que tuviera sentimientos. Comprendí a lo que se había referido Sobe con que ese mundo no tenía esperanza por más que estén preparando una guerra para liberarse. Ella tenía muchas ideas pero estaban encerradas en su mente para siempre, no podía decirle jamás a nadie por qué quería ver el mar, no sin que su vida corriera peligro. La esperanza no es cosa de uno, es de muchos, la esperanza no es un sentimiento que puede encerrarse dentro de una persona. Simplemente no puede existir de esa manera. Nosotros deberíamos compartir la esperanza que todos tenían encerrada, liberarla. Pensar en ello me hizo sentir que teníamos algo muy grande e importante entre manos.

Las malas acciones de Jonás Brown [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora