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Estaba terminando de cobrar un par de libros a un chico que había aparecido a última hora cuando sentí la campana de la entrada sonar anunciando un nuevo cliente. Miré el reloj que tenía en la pared un poco agotada al ver que me iba a tocar más tarde de lo normal, cuando vi aparecer a Luisita, algo más tímida de lo que me había parecido horas antes en el bar de su familia. Se quedó observando algunos de los libros que tenía colocados en el apartado de novela histórica y vi que cogía el suyo pasando una de sus manos con delicadeza por la portada mientras sonreía leyendo el título impreso.

Se lo quedó en la mano y vino hacia el mostrador donde me despedía amablemente del cliente. Lo dejó encima y movió su bolso con intención de sacar la cartera

- ¿Me lo puedes envolver para regalo? – preguntó mientras yo lo cogía un poco incrédula

- ¿No se supone que deberías tener copias de tu propio libro para poder regalarlárselo a quien tú quieras? – le pregunté mientras marcaba el precio

- Se me acabaron con la primera edición. Por cierto, me gusta mucho la librería – comentó mientras echaba un nuevo vistazo – muy original el nombre, ¿tiene algún significado?

- Siempre sentí atracción por la luna, las estrellas y me pareció original ponerle este nombre

- Mola – dijo esta vez fijándose en el cartel que quedaba a mis espaldas

- Voy a por papel para envolverlo – comenté sacándola de sus pensamientos

- ¿Tienes un bolígrafo? Me gustaría dedicarlo

- Sí, claro – le señalé el bote con alguno – ahora vengo

Regresé con el papel y vi que Luisita estaba muy concentrada escribiendo aquella dedicatoria y tapándola un poco con su mano para que yo no pudiera ver qué estaba poniendo. Me lo entregó al terminar y lo envolví bajo su atenta mirada.

- Aquí lo tienes

- Gracias – sonrió cogiendo la bolsa donde lo había metido

- Voy a por mi abrigo y nos vamos, ¿te parece? – Luisita asintió y salió hacia la calle para esperarme allí

- ¿Dónde quieres ir? – preguntó mientras yo bajaba la reja y me aseguraba de que todo quedaba bien cerrado

- Como Marina no está, había pensado que, si no te importa, podríamos ir a mi casa y así hablamos allí más tranquilamente

- Perfecto

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El piso que compartía con Marina quedaba bastante cerca de la librería, no eran ni cinco minutos andando. Abrí la puerta de casa y dejé que Luisita entrara primero observando cada uno de los detalles del que ya se había convertido en mi hogar. No era una casa muy grande, apenas tenía dos habitaciones, una pequeña cocina que comunicaba con el salón y un baño que por las mañanas se convertía en una locura ante las prisas de mi compañera de piso y mías.

Le indiqué a Luisita que se sentara en el sofá y yo hice lo mismo en el sillón que quedaba justo en uno de los laterales.

- ¿Te apetece un café o algo?

- Sí, un café está bien

Me levanté para poner la cafetera y vi que Luisita cogía uno de los papeles de la librería publicitando las dos próximas dos charlas que se iban a dar allí. Apagué la cafetera, serví los dos cafés y los llevé en una bandeja con alguna pasta que teníamos por allí para ocasiones así.

- No sabía que iban a ir Elena Medel y Elvira Sastre esta semana

- Sí, conseguí hablar con ellas hace dos semanas y no me pusieron ninguna pega, al contrario, estaban muy interesadas por venir

Por tus ramasWhere stories live. Discover now