21

3.5K 229 33
                                    


El hotel en el que nos íbamos a alojar no quedaba muy lejos de aquel trocito de playa. Sin embargo, decidimos volver a montar en el descapotable y aparcar algo más cerca para así no tener que cargar durante mucho tiempo con las maletas que llevábamos con nosotras.

Hicimos el check-in y la recepcionista nos dio un par de tarjetas por si acaso, nos informó del horario de desayuno y se despidió de nosotras dedicándonos una buena estancia. Subimos en el ascensor hasta la cuarta planta de aquel edificio lleno de cristaleras sin poder despegar la vista la una de la otra mientras nos sonreíamos como si fuéramos dos adolescentes que se escapaban con su primer amor y es que, en parte, sentía que Luisita lo era, porque aquella maravillosa sensación que tenía cada vez que la miraba, como si mil mariposas revolotearan dentro de mi estómago, no la había experimentado nunca.

Metí la tarjeta y pulsé el interruptor de la luz para dejar pasar a la rubia que esperaba impaciente justo detrás de mí. Soltó mi mano y empezó a cotillear cada rincón de la habitación, parándose finalmente en el enorme ventanal situado a un lado de la cama y que daba paso a la terraza. 

- Amor, mira – me hizo un gesto para que me acercara – se ve el mar – comentó sin dejar de admirar aquella imagen en la que el sol empezaba a esconder entre el agua del mar

- Es precioso – la abracé por su espalda, apoyando mi barbilla sobre su hombro mientras contemplábamos el atardecer en completo silencio - ¿te parece si organizamos un poco las maletas y nos damos un baño relajante? – le pregunté mientras dejaba algún que otro beso por su cuello

- Creo que mejor dejamos lo de la maleta y pasamos directamente a lo segundo – contestó girándose y mordiéndose su labio sutilmente antes de unirlo con los míos

Llené la bañera en lo que ella preparaba las toallas con las que taparnos después y dejaba el móvil encima del lavabo después de poner una playlist con música tranquila. Comencé a desvestirme para entrar ya en el agua caliente y Luisita hizo lo mismo, ayudándose de mi mano para meterse sin problema hasta quedar sentada con su espalda apoyada en mi pecho mientras mis brazos rodeaban su cintura y ella escondía su cabeza ligeramente en mi cuello.

Cerré los ojos disfrutando del momento y sentí cómo sus dedos jugaban con mis piernas haciéndome cosquillas y giraba un poco su cabeza para centrarse también en mi cuello. Le seguí el juego y comencé a desplazar lentamente una de mis manos hasta sus pechos, acariciándolos mientras gemía al sentir sus labios devorando mi cuello

- Luisi – susurré al notar cómo su cuerpo se juntaba cada vez más con el mío

Bajé la mano que me quedaba libre hacia su intimidad y vi cómo suspiraba al darse cuenta de aquel roce sutil. Se incorporó un poco para darme espacio y no dudé en tantear aún más la zona, sintiendo cómo intentaba silenciar sus gemidos sobre mi cuello.

-------------------

- ¿Quieres que pidamos algo para cenar aquí o te apetece comer algo por la playa? – nos envolví con una de las toallas y Luisita pasó rápidamente sus brazos por mi cintura para pegarse aún más a mí

- La verdad es que si por mí fuera, me tiraría toda la noche haciéndote el amor – confesó mordiéndose el labio – pero creo que ya que estamos aquí podríamos bajar y tomar algo por la zona – asentí perdiéndome en sus ojos y bajando lentamente mi mirada hacia sus labios. Luisita se anticipó a mi movimiento y terminó siendo ella la que atrapaba los míos

Nos separamos, aunque no con demasiadas ganas, y la dejé allí con la ropa que había elegido para la ocasión mientras yo hacía lo mismo en la habitación y me echaba algo de espuma en el pelo para definir mis rizos.

Por tus ramasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora