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- ¿Dónde te dejo esto? – pregunté cargando con la última de las cajas que habían llegado a última hora de la tarde

Habíamos cerrado hacia apenas cinco minutos y, después de un día en el que había pasado más gente de la que pensaba y en el que, además, habíamos contado con la visita casi sorpresa de Elvira Lindo, puesto que Amelia sí lo sabía, pero no me había querido comentar nada hasta que la vi aparecer por allí, tocaba hacer caja y planificar las cosas para el día siguiente

- Déjala por ahí – señaló un rincón del almacén mientras sus ojos no se apartaban de la libreta donde apuntaba la mayoría de sus cosas

La dejé en el lugar que me indicó y sacudí un poco el polvo de mis manos mientras me acercaba más a ella

- Por cierto – dijo sabiendo que estaba ya a su altura - ¿te parece bien el viernes para la charla? – levantó la cabeza de la libreta, sin dejar de morder el bolígrafo que estaba usando, y me miró

- ¿Tan pronto? – pregunté con algo de miedo – No sé si voy a estar preparada, Amelia

- No tengo ninguna duda de que lo estás – dejó el bolígrafo encima de la mesa y cogió mis manos – solo tienes que contar tu experiencia y contestar con lo que salga de ti – acarició el dorso de mi mano con su dedo pulgar – van a terminar encantados contigo

- Sí, seguro – desvié mi mirada dándome unos segundos para pensar – venga, vale, el viernes, pero quiero que tú estés todo el rato a mi lado, que no te separes de mí

- Tranquila, no lo haré – me sonrió y soltó mis manos volviendo a coger el bolígrafo para apuntarlo en aquel cuaderno – pues mañana mismo imprimo los carteles para que no se haga tarde. ¿Te importa si abres tú mañana?

- ¿Yo? – me señalé – Amelia, pero si solo llevo un día trabajando aquí, ¿tanta confianza te doy? – pregunté riéndome

- ¿Y por qué no? – se encogió de hombros y me entregó una copia de las llaves que tenía en su bolso – aunque parezca poco tiempo, creo que algo de confianza ya tenemos, ¿no? – levantó una ceja mirándome y yo como respuesta me mordí el labio mientras aceptaba las llaves

Las guardé en mi bolso y volví hasta el mostrador donde estaba ella para ver en qué podía ayudarla.

- Puedes irte ya si quieres, Luisita – comentó viendo que había cogido la lista de libros para pedir – seguro que tu hermana te está esperando ya para cenar, aprovecha

- ¿Seguro? – pregunté algo dudosa

- Claro – asentí sonriendo y fui a recoger mi chaqueta y el bolso.

Me quedé un momento parada mirando a la puerta principal y observando disimuladamente a Amelia. En mi cabeza debatía si pedirle a Amelia que viniera a cenar con mi hermana y mi cuñado, sabiendo que estarían encantados de aceptarla, o callármelo y reservarlo mejor para más adelante. Mi lado más impulsivo salió a la luz enseguida y me giré comprobando que Amelia me estaba mirando y disimulaba al verse pillada

- Oye, Amelia – la llamé – que, si quieres, puedes venirte a cenar con nosotros. Estoy segura de que a mi hermana no le importara

- No sé – contestó dudosa – es un momento familiar y no quiero molestar

- Pero si tú no molestas para nada. Anda, que más molestia que te he dado yo a ti desde que nos hemos conocido

- ¿Estás segura?

- Que sí

- Pues recojo esto un poco y nos vamos – respondió sonriendo

- Perfecto, yo voy a llamarla mientras para que ponga un plato más en la mesa

Por tus ramasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz