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El camino desde nuestro piso al King's se me hizo demasiado lento. No podía parar de mirar lo guapa que iba Amelia con aquel vestido amarillo, ni dejaba de pensar en que en cuanto llegásemos al local de mi hermana, la iba a arrastrar hasta el baño para besarla sin problemas y perder mis manos por  esa prenda que tan loca me estaba volviendo.

De vez en cuando, la morena me observaba con una sonrisa en sus labios dándose cuenta del estado en el que me tenía e incluso aminoraba el paso para ver reflejada la desesperación en mi cara. Hasta que no pude más y decidí agarrar su mano con fuerza y tirar de ella para llegar al local en apenas unos minutos.

Gustavo estaba en la puerta pendiente de que la gente que pasaba estuviese apuntada en la lista y, nada más vernos, nos abrió sin hacer ninguna pregunta. Una canción de Rosalía retumbaba ya a través de los altavoces y no pude más que tirar del brazo de Amelia para llevarla hasta el centro y poder bailar con ella. Sin embargo, la gente enseguida se fue acercando a nosotras para saludarnos y caí en la cuenta de que por mucho que quisiera, aquella noche era para disfrutar con Marina.

- Vas a desgastarla de tanto mirarla – María se colocó justo detrás de mí para soltarme eso haciendo que me sobresaltara y girara mi cuerpo para ¡verla

- Joder, María – respondí intentando calmarme del susto – es que, ¿tú la has visto? Va guapísima, encima hoy tiene como un halo de felicidad que la hace aún más guapa

- Madre mía, no puedes estar más enamorada de ella – se rió de mí - bueno, qué ¿te apetece bailar un rato con tu hermana mayor? – yo asentí encantada viendo que Amelia estaba entretenida riéndose con Marina y me fui hasta la tarima que había al lado de la barra, cogí la cerveza que me ofrecía María y me puse a perrear con ella como hacíamos antes, cuando salíamos las dos a solas y cerrábamos la mayoría de locales de la capital. 

Las canciones se iban sucediendo una tras otra y yo lo daba todo en aquel lugar sin importarme qué pudieran pensar los demás. Marina y Mateo se unieron también a nosotros en lo que la de rizos se acercaba a por algo de beber y enseguida comenzó a balancearse detrás de mí mientras me pasaba otra cerveza y dejaba un beso húmedo en mi cuello

- No sabes lo que me gusta verte bailar – susurró en mi oreja, mordiéndome el lóbulo antes de dar un trago a su botellín y pasa la mano que tenía libre sobre mi cadera para girarme y que me quedara justo frente a ella

- Creo que me puedo hacer una idea – alcé las cejas recorriendo su cuerpo rápidamente con mis ojos y ella sonrió al ver lo obvia que estaba siendo

La música siguió sonando y de repente una de las canciones hizo que nos juntáramos aún más sin poder resistirnos a unir nuestros labios apasionadamente y devorarnos al compás de la música.

- No puedo más, Amelia, por favor – susurré sobre su boca sin dejar de observar lo bien que movía sus caderas

- Yo tampoco

- Ven

No me lo pensé dos veces, miré a nuestro alrededor, viendo que todos estaban entretenidos, cogí su mano y la llevé corriendo hasta el despacho de mi hermana. Bajamos las escaleras entre risas viendo cómo nuestras ganas podían con todo y, cuando quisimos llegar a la mesa donde María contaba todas sus facturas, Amelia tenía prácticamente todo su vestido desabrochado y a mí ya me faltaba la camiseta.

La morena me cogió, permitiendo que entrelazara mis piernas alrededor de su cintura y me sentó en la mesa sin dejar de besar y lamer cada parte de mi cuerpo que estaba descubierta, mientras yo colaba mis manos por sus hombros y empezaba a dejar caer su vestido para poder disfrutar también de su piel.

Por tus ramasWhere stories live. Discover now