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4. El valor de un beso

<< El más difícil no es el primer beso sino el último >> 
Paul Géraldy

Amelia, mientras conducía de camino a casa de Pepa, se vio sorprendida por una llamada entrante, que respondió al instante.

- Amelia hija... ¡No te lo vas a creer! - Habló sin esperar a que la morena contestase.

- Mamá me pillas un poco ocupada... - Lo último que le faltaba ahora era una charla de su madre, que seguro que ya había visto los programas de prensa rosa.

- Tengo que contarte algo, es que todo el mundo parece haberse vuelto homosensual de esos, la gente esta loca Amelia, esto es peor que la peste, que digo que la peste, ¡Peor que el covi ese! - Amelia se asustó por un momento, ¿su madre lo sabía?

- No te oigo bien mamá, voy en el coche... - Decía haciéndose la loca.

- Tus tíos, que se separan... ¿Te puedes creer que mi hermano a estas alturas dice que es mariquita? ¡Tanto practicó con los calippos que ahora lo pone en uso! - Gritaba su madre y Amelia estaba en shock. - ¡Debe ser que se tomó tan en serio lo de ser albañil que va por la vida tapando agujeros!

- ¿Qué? - Amelia paró el coche a un lado para asumir lo que su madre le estaba diciendo, al hacerlo y mirar a un lado vio a una pareja de chicos, agarrados de la mano sonriéndose muy enamorados "definitivamente el mundo lgtbi me persigue..."

- Amelia que tu tío es sarasa, julandrón... ¡Vamos! ¡Toda la vida llamándole maricón y al final se lo creyó! - Se reía su madre y Amelia tragaba el nudo que se empezaba a formar en su garganta.

- Bueno mamá, no pasa nada tampoco creo que sea para tanto... - Intentaba restar importancia y por algún motivo desconocido para ella, empezaba a sentir rabia ante las palabras de su madre.

- ¡Yo no le hablo más! ¿Qué va a pensar la gente? Además... Seguro que eso se pega... ¡Qué vergüenza a estás alturas de la vida! Lo que tiene una que aguantar... ¡Qué tu tío limpia sables!

- Mamá....

- ¡Qué dice que es bujarra! Ahora resulta que se arregla y todo... ¡Que usa hasta perfumes! ¡Se depila Amelia! ¡Tu tío se depila! Donde este un macho cabrío que se quite lo demás... Como mi Sebastián, ese si que es un hombre de pelo en pecho... ¡Y qué pecho! - Amelia pensaba en Sebastián, la verdad es que un poco de ese perfume y quitarse un poquito de pelo tampoco le vendría tan mal, aún no sabía como decirle que su historia con él se había terminado... Su madre le adoraba, era el yerno perfecto para ella.

- ¡Basta madre! Ya me hubiera gustado a mi que Sebas aprendiese un poquito de esos que llamas homosensuales y se cuidase un poco... - Definitivamente no era el momento para contarle lo que había pasado con él. - Parece que las chicas tenemos que depilarnos, maquillarnos y estar perfectas, no veo el problema en que un hombre se cuide... - Amelia se ponía seria pero su madre parecía no escucharla - A ti que más dará lo que tu hermano haga en la cama o deje de hacer, ni que eso te molestase a ti para algo...

- Ay Amelia... Pues claro que me molesta, ¿Qué van a decir de él? Y peor... ¿Qué van a decir de mi? La hermana del que pierde aceite... - Seguía con su monologo sin escuchar a su hija - Dice que ha salido del armario... ¿De qué armario? ¿Es que los gayses tienen un armario propio? Eso explica porque siempre van tan bien vestidos...

- Es una expresión, no seas retrograda mamá...

- ¡Pero que expresión ni que niño muerto! Eso no es normal Amelia, no es normal... Pero es que dice que en su gimnasio hay muchos, bueno, bueno, empezó a hacerme toda una lista de viciosos desviados de esos... ¿Puedes creerlo? El vecino del quinto también... Y su profe del fitness también... - "Y tu hija con la cabeza del revés puede que también" Pensó Amelia, que no se atrevió a decir nada más. - Pues no dice ahora que ha vivido reprimido... Ay... Reprimido dice... Pero si todo el barrio le ha escuchado sacarse los gases en público en alguna de sus obras... - Amelia no pudo evitar reírse con lo último, es cierto que su tío era muchas cosas, pero delicado no era una de ellas.