37. La cosa va de madres

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<< Donde se unen viento y mar, una madre mil memorias trae.
A tu hogar has de volver, es dónde está lo que se fue >>
Frozen

Luisita abría los ojos con suavidad con los primeros rayos que el sol le regalaba al día, Amelia estaba dormida a su lado, la cantante parecía al fin descansar después de una noche en la que las pesadillas habían sido recurrentes y los sudores fríos habían bañado su cuerpo. Luisita la había abrazado , la había llenado de caricias y besos, había estado a su lado. La rubia esperó pacientemente hasta ver como poco a poco la morena abría sus ojos y la miraba con detenimiento, regalándole la primera sonrisa de su día.

- Buenos días mi amor... - Luisita se acercaba a ella y besaba su frente con delicadeza. - Adoro despertar a tu lado...

- Buenos días cariño... - Amelia rodeaba su cuerpo como podía para acercarla aún más a ella y hundirse en su cuello - Hueles tan bien... - La morena no pudo evitar sonreír mientras disfrutaba del aroma de su cuerpo.

- ¿Estás bien?- Se interesó la rubia mientras acariciaba su cara con delicadeza y después besaba sus labios, lo que hizo que Amelia no pudiera evitar sonreír de nuevo.

- Estoy perfectamente... No imagino un lugar mejor que aquí, contigo. - Besaba sus labios una vez más y sus manos acariciaban delicadamente su espalda por debajo de la tela del pijama.

- Pero tus pesadillas... - Luisita insistió.

- Estoy bien, pero voy a estar mejor. - Afirmó sin dudar.

- Amelia... - Luisita se preocupó al instante, sabía perfectamente lo que esas palabras significaban.

- Voy a hablar con ella - Aclaró, aunque no era necesario porque la rubia sabía que eso era a lo que se refería. - Sé que fue hace mucho... Pero lo necesito, las cosas tienen que salir a la luz para sanar... - Afirmó la morena y la rubia asintió. - Lo siento, sé que nos quedan solo unos días de estar juntas pero...

- Amelia, yo tengo toda la vida para ti... - Cortó Luisita mientras acariciaba con suavidad su rostro con la yema de sus dedos, la cantante no tardó en besar sus dedos cuando el contacto fue sobre sus labios y Luisita sintió cosquillas en su interior.

- Y yo para ti cariño, pero necesito hacer esto... Y necesito hacerlo cuanto antes - Amelia no podía sonreír más, la miraba con todo el amor del mundo, estaba embelesada con la imagen de Luisita, no había nada mejor que despertar a su lado.

- Yo solo quiero que estés bien amor. - Amelia fue ahora quién asintió y acortó de nuevo la distancia de sus labios.

El ruido del teléfono rompió aquel momento en el que sus bocas se unían de nuevo de manera calmada mientras derrochaban ternura. Luisita miró extrañada la pantalla al ver un número realmente largo.

- Querrán venderme algo... Pues vaya horas. - Dejó el teléfono en la mesita.

- Deberías cogerlo... Puede no ser eso...

- ¿Y si es? Son muy pesados, que yo entiendo que tengan que trabajar pero... - Hacía una mueca.

- Pobre gente, lo que escucharán... - Amelia se quedó pensando - Silvia les dijo una vez que la habían pillado en mal momento porque se estaba masturbando y no volvieron a llamar, tal vez puedes probar. - Sugirió mientras la llamada seguía sonando y Luisita reía a carcajadas. - Déjamelo y pruebo yo - Pidió y Luisita negó con la cabeza para después contestar ella misma.

- ¿Quién es? - Preguntó la rubia aún riéndose por el comentario anterior.

- ¿Luisa Gómez? - Preguntó una voz calmada.

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