14. La madrugada perfecta

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<< Hay personas por las que vale la pena derretirse >>
Olaf, Frozen

Aquel sonido hizo a Amelia despertarse, cuando abrió los ojos y vio a Luisita allí, su cara se iluminó y una sonrisa de tonta apareció por instinto, cuando Amelia se dio cuenta intentó disimular rápidamente.

- Luisita... - Susurró mirándola fijamente.

- Lo siento, no quería despertarte Amelia, yo solo... Venía a por un vaso de agua.

- ¿Estás segura?

- Claro... - Se adentraba en la cocina y Amelia se levantaba del sofá y se incorporaba, al salir de la cocina Luisita la miraba de nuevo, era difícil no hacerlo de normal, pero viéndola en ropa interior desperdiciar aquellas vistas era un crimen - ¿Ya no vas a seguir durmiendo?

- No... Me apetece hablar contigo mientras te bebes tu vaso de agua. - Hacía un gesto para que se acercase al sofá.

- Y... ¿De qué quieres hablar?

- De ti... - Se encogió de hombros y centró la mirada en ella.

- ¿De mi? - Era lo último que esperaba.

- ¿Hay algo mejor de lo que hablar? - Luisita cada vez se sorprendía más, un sonido en la cocina rompió el momento entre las dos, Amelia la miró confusa.

- Es... Bueno... Me he tomado la libertad de prepararnos unas manzanillas - Luisita se levantaba y volvía con dos tazas.

- ¿A mí? - Pregunto ilusionada y Luisita asintió, dándole la taza, Amelia se quemaba al cogerla - Está muy caliente... - "No es lo único" pensaba Luisita observando el cuerpo de la morena, era inevitable no mirarla.

Amelia se levantaba y traía dos hielos, poniendo uno en cada taza, Luisita no podía evitarlo y seguía con la mirada su cuerpo desnudo paseando como si nada. Luisita quería llevar las manos a su figura expuesta y acariciar cada recobeco de esa silueta del deseo, pero era consciente de que debían hablar, así que intento mantener la compostura.

- ¿Sabes? La verdad es que no sé si te digo esto porque voy aún voy algo afectada... O porque realmente todo ha llegado a un punto en el que lo necesito y tengo que encontrar el valor y la manera de hacerlo... - Amelia, de nuevo, se encogía de hombros. - Necesito hablar de ti y hacerlo en voz alta - La morena cogía aire.

Amelia era una persona decidida en la vida, ya le había dicho a Luisita que solía conseguir lo que quería, y hablar con ella era muy fácil, pero a la vez se le hacía un mundo. Las dos daban un sorbo a sus bebidas.

- ¿Si me dices que quieres hablar de mí es porque vas borracha? No lo entiendo Amelia... - La morena negaba con la cabeza al escucharla.

- ¿Por qué no te has acostado con ella Luisita? - La pregunta era lo último que esperaba la rubia.

- Creo que esa pregunta es demasiado personal... - No sabía si estaba más sorprendida o ofendida, ¿Quién era Amelia para preguntarle eso? Y más después de la situación que se había encontrado en el sofá.

- Es que todo lo que voy a decirte es personal, Luisita, muy personal... Super personal... - Por un momento Amelia parecía empezar a marearse así que bebió té de nuevo y respiro profundamente - Porque no lo entiendo... De verdad, por más vueltas que le de... - Agarraba su propia cabeza intentando expresarse con claridad.

- No me apetecía irme con ella, simplemente, no es tan difícil de entender ¿No? Creo que llegada cierta edad, una tiene claro lo que quiere pero también lo que no, es algo importante... - Bebía de su taza y bajaba la cabeza, intentando entender por qué Amelia le había salido con el tema de Benigna.

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