13. La noche imperfecta

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<< El que nunca arriesga, se suele perder lo mejor >>
Cenicienta

Silvia llegaba a casa dándole mil vueltas a la situación que había vivido aquel día, sentía algo de rabia por haber visto como Amelia parecía acercarse de nuevo a Pepa, pero todo era preocupación por su amiga y el lío que tenía en la cabeza...

- Todo es eso ¿verdad? - Hablaba sola mientras ya casi estaba en casa de Amelia. - No puedo dejar de pensar en ella...

Silvia cogía el teléfono y escribía un mensaje, casi no había bebido así que estaba en condiciones óptimas para tener cualquier tipo de conversación.

Silvia: Hola cariño, no sé si estás trabajando, Amelia y las chicas se quedaron de fiesta y yo me volví a casa... Era por hablar un rato contigo...

Quería decirle que le echaba de menos, quería hacerlo, pero en su mente no entraba aquello de mentir, y realmente no había pensado en él desde que Pepa había aparecido en su vida. Llevaban sin verse ya dos semanas y en otras situaciones se habrían mandado mensajes a diario o llamado, ahora los mensajes se habían reducido y las llamadas casi ni existían entre ellos... Ahora ella parecía evitarle. Una llamada irrumpió en sus pensamientos.

- Hola... - Contestó ella.

- Hola mi vida, ¿Qué tal en la playita? Ya vi las fotos en internet con Amelia, pareciais pasarlo muy bien.

- Está siendo un viaje muy... - Interesante - Entretenido.

- ¿Te has acostado con alguien? - Preguntó él, sin dar más rodeos.

- No, no...

- Te noto algo distante, Sil, entiendo que yo estoy todo el día en el trabajo, pero últimamente casi no hemos hablado.

- Ya...

- ¿Va todo bien? - Se notaba preocupación en su voz.

- No sé si deberíamos hablar esto por teléfono...

- Vaya... - El chico se quedó sin palabras.

- Creo que he roto nuestro acuerdo... - Silvia sonaba algo confusa.

- ¿Crees?

- Es que... No me he acostado con nadie pero... Bueno, hay una persona que... Creo que me empieza a gustar - Admitió al fin, siendo sincera también con ella misma.

- Bueno mi amor, los dos decidimos abrir la relación para poder superar esos momentos de tensión, tan solo lo crees, ¿Os habéis besado? - Intentaba entender a Silvia.

- Casi...

- ¿Casi? - Insistió él.

- Es que no sé, no sé si es solo atracción, no sé si es solo por mi parte yo... Estoy algo confusa.

- Silvia, yo solo quiero que seas feliz... Pero también creo que conmigo lo eres... Y si esa persona resiste a tus encantos como para no darte ni un beso... ¿Crees que merece la pena tirar lo nuestro por la borda por algo así? - Esas palabras acabaron por desconcertarla del todo. - Tomate unos días para pensar y me vas diciendo, pero por favor no me evites más... Ya es suficientemente duro tenerte lejos como para encima no saber casi nada de ti... - A Silvia se le encogió el corazón al escucharle.

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