56. Nueva vida

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<< El amor es una filosofía de vida, no una etapa de enamoramiento >>
Walt Disney

Amelia abría los ojos y buscaba en la cama, hacía un mes que había dado esas declaraciones y las cosas habían cambiado mucho desde entonces. Cada día se despertaba entre los brazos de su amada aunque aquella mañana parecía ser diferente.

Luisita y ella veían casas constantemente, pero ninguna terminaba de convencerlas, con lo cual seguían turnando sus noches entre las casas que ambas tenían. En todo ese tiempo los periodistas les habían dado tregua, de vez en cuando se publicaban fotos de ellas juntas, pero ya no eran tan invasivos con sus preguntas. La morena estaba más relajada con ese tema y la rubia estaba simplemente feliz de poder hacer cosas a su lado.

La de rizos se levantaba de la cama y miraba la hora, era realmente tarde, ¿Se habría ido Luisita a alguna parte? Tras ir al baño caminó hasta el salón frotando sus ojos y el sonido de una risa que era una melodía para sus sentidos desveló la respuesta. La rubia de sus sueños estaba allí.

Cuando llegó al salón se asomó por la puerta y la escena la enterneció como nunca, Luisita estaba en el suelo jugando con su sobrino, Ambrosio, tenían una fila de coches colocados por colores que la rubia iba metiendo en un gran castillo de Disney que Amelia había comprado para las hijas de Loki. Los ojos de Luisita irradiaban amor y el pequeño estaba feliz con su tía, la mente de Amelia empezó a volar y pensó cómo sería ese amanecer con un hijo de ambas. El ruido de la puerta hizo que la rubia girase su cara y la encontrara frente a ella.

- ¿Estábamos haciendo mucho ruido? No quería despertarte - Se disculpó la rubia.

Amelia negó con la cabeza dulcemente y se acercó a ella, Luisita se levantó y la miró expectante. La morena no tardó en rodear su cintura con ambas manos y besar sus labios, después miró al niño, que sentado en el suelo movía los coches con sus manitas.

- Buenos días pequeñín, ¡Qué guapo estás! - Ambrosio miraba a Amelia, que se arrodillaba para besar su frente sacándole una sonrisa.

- ¿Y yo? - La morena se levantaba y dejaba un suave beso en sus labios.

- ¡Tú estás siempre preciosa cariño mío! Buenos días, no te preocupes por el ruido, ¿Cuándo ha venido Ambrosio?

- Mi hermano me llamó muy temprano, Mari Carmen no se encontraba bien y mi madre no le cogía el teléfono.

- ¿Está bien Mari Carmen? Podrías haberme despertado.

- No pasa nada amor. Creo que está bien, se mareó al despertarse para ir al lavabo por la noche, la tienen en observación - Luisita besó sus labios con la misma ternura que Amelia desprendía - ¿Has dormido bien?

- Poco - Sonrió.

- No creo que eso tenga solución - Hizo una mueca.

- Tampoco quiero que la tenga - Paseó su mano por la cintura de su chica - Me encanta no dormir contigo.

Luisita se quedó hechizada mirándola y Amelia se quedó sin habla al ver lo bonita que estaba esa mujer a cada hora del día. Sus labios unidos no querían soltarse y sus manos se acariciaban con ternura haciendo que el resto del mundo desapareciera. Amelia se acababa de despertar, pero al sentir las manos de Luisita sobre su cuerpo sintió sus hormonas revolucionarse y perdió sus manos en el final de la espalda de la rubia, apretando sus glúteos con hambre de un desayuno diferente.

- ¡Ambrosio! - Gritó Loki tras ellas, rompiendo esa calma que habían creado - ¡Eso no se come! - La mujer sacaba un coche lleno de babas de la boca del pequeño - Buenos días Amelia.

- Buenos días Loki - La morena ahora perdía la vista en una bandeja que la mujer había preparado - Tiene muy buena pinta.

- ¡Mejor sabrá!

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