16. Café

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Después de mi fatídico intento por descubrir quién era la chica misteriosa y haber sido objeto de su burla, regresé decepcionado por donde había llegado al parque. Pensé en detenerme en la cafetería que había pasado para tomar un café con la esperanza de que aquello me hiciera sentir mejor.

Me senté en una de las mesitas que estaban fuera del local, allí sobre la calle peatonal. Quería sentir el viento helado recorrerme el cuerpo. Eran esas sensaciones las que me recordaban que yo era el que estaba vivo y no mi padre.

—¿Noah?

—Ah —alcé la vista a la mesara que dijo mi nombre— ¿Zoé?

Ella sonrió con un poco de vergüenza.

Llevaba puesto un uniforme amarillo pastel y un delantal café con bordes rosa, en sus manos llevaba un talonario y un lapicero, tenía el cabello recogido y tenía los ojos maquillados.

—¿Trabajas aquí?

Ella sonrió ante lo evidente.

—Sí, debía cubrir un turno y por eso no pude acompañarte a ver a tu madre.

—No te preocupes por eso —repuse.

Se veía realmente dulce en uniforme de camarera.

—Pensé que trabajabas en otra cosa.

—En realidad tengo varios trabajos —dijo con una mirada apagada—. Debo hacer muchas cosas para poder ayudar a mi familia.

—Lo entiendo —le dije—. No hay vergüenza en ganarse la vida —y le dediqué una de mis mejores sonrisas.

—Hace tiempo que no te veía sonreír así.

—La fingí —admití.

—Es una pena —dijo ella—. Quizás dentro de poco no tengas que fingirla más.

—Quizás —dije.

—¿Qué vas a querer tomar?

—Quiero un café —contesté.

Zoé se fue y al cabo de un rato regresó con la bebida caliente en sus manos.

—No hay muchos clientes —apunté.

—Los días entre semana son más bien tranquilos.

—Podrías charlar mientras llega alguien ¿o tendrás problemas?

—Tendré problemas —respondió con una sonrisa—. Pero puedo sentarme unos minutos.

Zoé se sentó y me acompañó en la mesa.

—No sabía que te gustará salir a tomar café.

—Pasaba por aquí y me pareció una buena idea —dije—. Además, bueno, estaba tratando de averiguar quién era la chica del otro día.

—Es cierto, la chica misteriosa —ella puso las manos en su barbilla como si estuviera reflexionando—. ¿Y lo descubriste?

—No, fue inútil.

—Pero... ¿pudiste hablar con ella?

—Está vez fue bastante corto.

—¿Está vez? —ella arqueó las cejas.

Me sonrojé.

—Parece que te has vuelto popular con las chicas.

Me sorprendió que lo dijera de repente.

—Son solo coincidencias —contesté intimidado.

—Por supuesto —y sonrió tiernamente. 

—Bueno, hace unos días la vi también —admití avergonzado—, y sabes, me recordó un poco como me sentía cuando vivía aquí.

—¿Qué te asfixiaba? —ella lo recordaba.

—Sí. Uso exactamente esas palabras.

Zoé se quedó como pensando en alguien.

—¿Y cómo es ella?

—Ya te lo dije.

—Bueno, pensé que tal vez pudiste detallar algo nuevo. Algo más específico que te llamara la atención.

—A veces usa una gargantilla con una joya de conejo.

—¿Una joya de conejo dices?

—Sí —mis ojos se ilusionaron—. ¿Sabes quién es?

Zoé se quedó por un momento atónita.

—¿Y por qué no le preguntaste como se llama? —preguntó finalmente.

—No quiso decírmelo —admití—. Creo que la asusté siguiéndola.

—¿¡La seguiste!? —Zoé se echó a reír.

—¡Oye, no lo pensé muy bien! —me defendí y ella siguió riendo—. ¿La conoces verdad? —sus expresiones me lo decían claramente. 

—La conozco —confesó. 

La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now