51. Cabaña

22 2 0
                                    


Tras nuestro pequeño interludio finalmente habíamos llegado a la cabaña del Lago. Una enorme casa con estilo rustico de madera, se veía imponente y enorme, contaba con techos altos y unos grandes ventanales que permitían una vista panorámica del paisaje natural circundante. 

Nos bajamos, tomamos nuestras maletas y avanzamos. 

Una mujer de cabello negro oscuro con algunas lineas de iluminación rosa y de piel morena salió corriendo a través de la puerta principal.

—¡Llegaron! —gritó efusiva. 

—¡Hola! — correspondió con efusividad Zoé.

Ambas mujeres se abrazaron como si llevaran mucho tiempo sin verse.

—¡Hola Mai! —la saludó la chica morena. 

—Hola —saludó tímidamente Mai, pero la chica no le importó la frialdad de su respuesta y se abalanzó para abrazarla.

Mai parecía incomoda pero no la detuvo.

—Has crecido pequeña —y le sacudió el cabello con la mano.

Luego, se giró y me observó. Nuestras miradas se cruzaron y percibí algo muy familiar en ella.

—Noah, tanto tiempo —soltó de repente...

Y entonces; la reconocí.

—¿Helen?

—Hola —dijo pelando los dientes y moviendo la mano como gesto de saludo.

—Vaya... —me quedé impresionado con lo mucho que había cambiado.

En el pasado Helen era una de nuestras amigas del instituto. Se veía muy diferente en ese entonces, no parecía tener mucho futuro en cuestiones de belleza, y parecía que se iba a quedar plana. En cambio, ahora, era una mujer mulata voluptuosa y con una personalidad muy altiva. 

—Te ves muy diferente... —atiné a decir. 

Ella sonrió.

—Tu también te ves muy bien —respondió ella con una sonrisa amable.

Yo sonreí.

—No lo creo, pero agradezco el esfuerzo.

Nos quedamos parados uno frente al otro. 

No sabía si debíamos abrazarnos o no. Ella siempre había sido más amiga de Zoé que mi amiga, aunque valoré siempre los consejos que me daba, incitándome a ser valiente cuando se trataba de expresar sentimientos. 

Finalmente, después de un incomodo momento, decidimos sin decirnos nada, no tener ningún tipo de contacto físico

Helen nos invitó a entrar a la cabaña y pude contemplar un interior realmente acogedor, con grandes muebles de madera. El lobby tenía una decoración en tonos cálidos que invitan al descanso y la relajación. La sala principal contaba con una chimenea central hecha de una especie de piedra grisácea, rodeada por cómodos sofás de cuero y algunas sillas. Tenia una enorme lampara flotando en la mitad de un estilo muy colonial. 

Helen nos dio un paseo por la cabaña para enseñárnosla, fuimos hasta la cocina, que al igual que la sala era gigantesca, estaba equipada con modernos electrodomésticos y utensilios de cocina. Luego, nos presento las tres habitaciones, cada una con su propio baño privado y vistas al lago. 

—Parece esos lugares donde ocurren las películas de terror —dije mientras avanzábamos a las habitaciones.

Las chicas rieron.

—Seguro tu serías el primero en morir —intervino Mai.

Esta vez solo ellas se rieron.

Maldita mocosa. 

—Ambas hermanas aquí —señaló Helen una de las habitaciones con camas dobles y balcón que daba a la parte trasera de la casa. Luego,  enseñó la mía—. Aquí la de Noah. 

Una habitación parecida a la que usarían Mai y Zoé, contaba también con un balcón y baño propio. Tenía un gran armario y un televisor colgado en la pared. Sorprendido ante tantos lujos, deje mi maleta sobre la cama y continuamos con el recorrido.

Finalmente, nos llevó a rodear la cabaña, donde podías disfrutar de la brisa fresca del lago y un espacio con hamacas para relajarse. En la parte trasera de la casa, había una especie de terraza con una parrilla, perfecta para hacer asados y disfrutar de la comida al aire libre.

—No recordaba que fueras una persona adinerada —dije después de terminar el recorrido.

Zoé y Mai se rieron por lo bajo.

—Tampoco es como si fuera mía la cabaña Noah —respondió Helen sonriendo.

—¿Y de quién es este lugar?

—De mi padrastro —contestó ella—. Mi madre volvió a casarse. 

—¿Y tu padre? —quise saber aunque sabía que no me incumbía. 

—Viviendo con otra mujer —fue una respuesta hostil y seca.

Cruce miradas con Mai y Zoé, ahora entendía un poco de que se trato el viaje sanador que habían tenido antes. Las tres compartían la misma experiencia y sentí alivio de que al menos ellas hubiesen podido acompañarse en un momento tan doloroso. 

—Pero estamos bien —continuó Helen—. Mi padrastro es un buen hombre...

—Y con mucho dinero —señaló Mai.

Las tres rieron. 

Yo sonreí.

—¿Bueno y qué vamos a hacer primero? —preguntó Helen emocionada.

—Descansemos un poco —propuso Zoé.

Yo asentí con la cabeza.

—Pónganse cómodos entonces —dijo Helen.

—Y en cuanto empiece la noche, deberíamos preparar unos cocteles y conversar en la chimenea —propuso Mai.

—Es una buena idea chica —le guiñó el ojo Helen—. Hay mucho de lo que debemos desatrasarnos. 

La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now