62. Preparativos

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Ya estaba despierto cuando el sol se coló por el balcón. No había pegado el ojo en toda la noche. Helen finalmente se había detenido y había decidido volver a su recamara. Pero no tenía la menor idea de como confrontarla. 

Cuando cerraba los ojos, y no voy a mentir, recordaba el cuerpo esbelto de Helen, me excitaba; sin embargo, esa imagen lasciva era interrumpida constantemente con la sensación de los labios de Zoé. Recordé ese momento, donde su boca tocaba la mía, donde mis labios volvían a jugar con los suyos después de tantos años, y sentí ese calor que se me atoraba en el pecho... 

Y entonces, la emoción se convertía en resentimiento cuando las palabras de Helen retumbaban en mi cabeza como una campana confirmando que ella tenía a alguien más en su vida...

¡A la mierda Zoé! 

¡Debí cogerme a su amiga anoche! Pensé. 

Pero... había cambiado. Lo sentía, de haber sido la misma persona de hace meses, seguramente eso había culminado en una noche de sexo desenfrenada y desvergonzada. 

Sí, definitivamente estaba cambiando. 

Respiré profundo y trate de canalizar la rabia. Y mientras hacia los ejercicios de respiración me quedé completamente dormido. 

***

Al despertar, ya era un poco más de medio día y las chicas no estaban por ninguna parte, aproveché para dar un paseo hasta el lago y reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo en mi vida. Ya no podía quedarme más tiempo en el pueblo, debía retomar la vida, porque a pesar de que sintiera que todo se había detenido con la partida de mis viejos, la verdad era, que el tiempo no esperaba a nadie. 

Tiraba rocas al lago desde la orilla, mientras contemplaba la ausencia de todos, el silencio, la existencia efímera que nos arrebata lo que amábamos, y entristecí. No sé cuanto tiempo me había tomado estar en aquel pacifico lugar, pero cuando volví al presente, no solo me invadía la melancolía, sino que también el cielo había perdido un poco de luz. 

Era momento de regresar antes de que anocheciera. 

Mientras caminaba en dirección de la cabaña, escuchaba rodar vehículos en mi dirección al otro lado del camino. Así que acelere el paso. Cuando llegué me topé con varios coches aparcados frente a la cabaña y muchas personas entrando y saliendo de la casa. 

—Sigues con vida —dijo Mai al verme con cara de tonto frente a la cabaña. 

—¿Qué esta pasando? —pregunté. 

—Es una fiesta de despedida de verano —contestó seca y escapó de mi vista sin decir nada más.

Parecía tener cara de pocos amigos y una actitud fría. Así que decidí estar lejos de ella por el momento. No tenía la energía, ni la actitud, y mucho menos la estabilidad para tolerarla. 

Mientras avanzaba a la cabaña veía rostros desconocidos, eran aproximadamente diez personas de las que no tenía ni la más remota idea de quienes carajos eran. Los desconocidos había se iban esparciendo por la cocina y la sala, preparando barriles de cerveza y preparando snacks.

Algunos también, seguían desempacando botellas de licor muy variados, mientras conversaban y reían entre ellos. 

—¿Dónde estabas? —Zoé apareció entre el tumulto de personas que paseaban por la cabaña.

—Fui a dar un paseo —contesté—. No las vi por ninguna parte cuando desperté.

—Fuimos por víveres y algunas cosas para la fiesta —me explicó.

—¿Sabias de esto?

—Es una tradición de Helen —contestó ella con una sonrisita—. Es la forma en que despide el verano.

—¿Y siempre vienes?

—No —contestó—. Esta es la segunda vez que estoy en una.

—¿Conoces a alguien?

—A un par —respondió contemplando también a los desconocidos con algo de inquietud. 

—¡Hola Chicos! —Helen fue esta vez quien apareció, pero cuando sus ojos se toparon con los míos, desvió la mirada y se concentro únicamente en Zoé—. En cuanto encienda la música esto oficialmente empezará. 

Zoé buscó mi rostro en busca de complicidad notando la rara actitud que había tomado Helen cuando estuvo cerca de mi.

Yo sólo le hice gesto de "no tengo ni la más puta idea", aunque en realidad, sí que sabía que le sucedía. Seguramente aún se sentía herida. 

Luego unos chicos desconocidos para nosotros aparecieron y se llevaron a Helen para que les indicara como activar el sonido. 

—Sera divertido —dijo Zoé con una sonrisa amable.

Amaba esa sonrisa.

—Seguramente —contesté a pesar de que, no me sentía para nada a gusto con tantas personas, y mucho menos, en ser parte de una fiesta.

Sentía la ansiedad asomarse justo en el momento que empezó a sonar Punto G de Quevedo y unos gritos a unisonó acompañando la algarabía. 


La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now