55. Complicidad

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Zoé estaba realmente abochornada. La luz del fuego en la chimenea que se consumía lentamente, hacía que en sus rostro reflejara la humedad de sus ojos. 

—No tienes que responder —intervine. 

Mai me miró arqueando las cejas.

—¿Y la gracia del juego?

—Creo que la gracia es saber sobre algo que desconozcamos —continué—. Todos sabemos cuál fue ese momento vergonzoso Mai.

Mai volteó los ojos y no protestó.

—Gracias —dijo Zoé con el movimiento de su boca sin emitir sonido. 

Yo asentí con la cabeza.

—Entonces lo justo es ponerle una penitencia por no responder —continuó Helen.

Mai se quedó mirándola con expectativa.

¿Ambas estaban confabuladas? 

No, no parecía eso. 

—Está bien —susurró de nuevo Zoé sumisa ante la situación. 

—Toca los labios de Noah con los tuyos —propuso Helen con picardía.

Me quedé estupefacto y Zoé también.

—¿Qué lo bese? —preguntó asustada.

—Basta con un piquito en la boca —continuó Helen juguetona. 

Diablos...

Diablos...

Mi corazón empezó a acelerarse repentinamente. 

—Se lo debes —continuó Helen—. Acaba de salvarte el trasero.

Zoé observó a su hermana pero esta ni siquiera la determinó.

¿Estaba molesta?

—Está bien —dijo Zoé con determinación.

Su repentina respuesta hizo que me empezarán a templar las manos. Veía como Zoé se acercaba lentamente a donde me encontraba. Se sentía todo muy irreal. Sublime... después de tantos años, volvería a sentir sus labios en los míos.

¡Acaso es el mejor viaje de mi vida!

En un momento dado, cuando Zoé ya estaba cerca de mi, se inclinó, con sus labios entreabiertos y su mirada fija en la mía. Sabía lo que venía, y mi corazón latió con tanta violencia en mi pecho que seguramente todos en la habitación podían escucharlo.

Tu tu, tu tu, tu tu... 

Cuando su suave aliento rozó mi piel, sentí una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo. Sus labios se posaron suavemente sobre los míos, y durante un instante todo lo demás desapareció. Me encontré deseando que el tiempo se detuviera, para poder quedarme así para siempre, con Zoé a mi lado.

Pero entonces, el momento se terminó, y Zoé se separó de mí, sonriendo con timidez. Pude sentir el calor en mis mejillas mientras intentaba recuperar el aliento, y supe que no podría sacar esa imagen de mi mente por un buen rato. Aunque me había gustado, algo dentro de mí sabía que esto no era lo que debía estar sintiendo en ese momento, especialmente cuando también estaban allí su hermana y su amiga... 

¡Cálmate Noah! me ordené.

—Fue mmmm —Helen parecía divertida—. ¿Muy tierno? —y se echó a reír.

Zoé se avergonzó y su cara se puso colorada, al igual que la mía.

Mai se levantó y fue a la cocina en silencio, Zoé la siguió con la mirada y su rostro cambió abruptamente. Ahora se veía preocupada. 

—¿Estás bien? —le pregunté.

—Sí —dijo—. ¿Ya podemos olvidar este tonto juego? 

—Pero yo aún no hago mi reto —inquirió Helen.

—¿Tu reto? —pregunté con expectativa.

—Sí, mi reto —contestó ella y se acercó, tomó mi rostro con ambas manos y me besó.

Justo cuando creí que la noche no podía ser más irreal. 

Trate de detenerla pero mi reacción fue demasiado tarde. Sus boca ya estaba en la mía, sus labios ya mordían los míos. Helen estaba dándome un beso francés de película y yo intente separarla con mis manos...

Pero en el fondo, disfrutaba saboreando ese beso apasionado y violento, con tanto deseo que logró hacer que me excitara y mi pene se pusiera erecto. 

La retire con mis manos... 

Y no tenía aliento suficiente para decirle nada.

Vi el rostro de Zoé completamente perplejo y detrás de ella nos observaba con minuciosidad Mai. Me sentí realmente avergonzado y culpable.

Sentí como si de pronto, hubiese algo que estaba jodidamente mal. 

Algo absolutamente imperdonable. 

Sentí tristeza.

—Sólo le demostraba a Zoé como se besa —trató de romper el tenso momento Helen que parecía tranquila y satisfecha.

—Mi turno para preguntar —siguió Mai con un tono de voz molesto. Un poco más hostil y frío de lo habitual.

—¿Qué? —dijimos todos a unisono. 

—¿Es verdad que fuiste tú —formuló la pregunta dirigiéndose a Helen con los ojos fijos en ella—, quién esparció el rumor de Noah en la escuela? 

—El rumor —dije estupefacto. 

Zoé agachó la mirada triste.

—¡Mai! —la retó Helen.

—¿Es verdad o no que lo hiciste ver como un cerdo pervertido delante de todos? 

¡De qué diablos estaba hablando Mai! 

—Y tú —se dirigió a mi— hace tiempo que culpabas a mi hermana ¿no? —su voz parecía herida—. ¡Allí tienes tu responsable! 

Mai tomó una chamarra y salió de la cabaña sin decir nada más. 

Helen se había quedado a un lado del fuego de la chimenea que estaba consumido completamente, con la mirada baja y agarrando sus propias piernas. 

Por su parte, Zoé me miró sin decir nada, se levantó y corrió en busca de su hermana.

Y yo; bueno... 

Me quedé anonadado sin saber qué hacer...

Todo este tiempo había sido Helen quién acabó con mi reputación y emprendió uno de los rumores que me habían condenado para siempre. El que me había dejado sólo, aislado y profundamente herido. 

¡Mierda! 

¡Mierda!

¡Recontra mierda! 


La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now