41. Vergüenza

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La llamada de Emma entró unos minutos después.

—Discúlpame —contesté.

—¿Qué sucedió? —quiso saber ella preocupada.

—Me descubrieron en el acto.

Sólo pude escuchar las carcajadas de Emma al otro lado del teléfono.

—Una imagen para el recuerdo —dijo.

—No es gracioso.

—Sí que lo es.

Chasqué la lengua.

De todas las personas que pudieron verme, tuvo que ser Mai. Ahora ambas hermanas compartían la misma experiencia.

—¿Por qué te molesta tanto?

—Es incomodo —evadí la pregunta—. Así empiezan después los rumores.

—Sí, hay que tener cuidado con eso —dijo sin dejar de reír—. ¿Estás bien?

—Me siento mejor, gracias Emma —respondí—. De verdad que estos momentos me ayudan a salir un poco de la oscuridad que a veces parece alcanzarme.

—¿Aunque te hayan visto jalándotela? —volvió a reír, parecía que lo disfrutaba. 

—Sí, aunque me hayan visto jalándomela —mentí, en realidad me preocupaba sumamente lo que había visto Mai. 

—No suenas muy convencido.

—Tendré que llevar acabo un plan de contención para solucionarlo —dije honestamente.

—Espero se te ocurra un buen plan —volvió a reír—. Pero... hablando en serio —continuó ella—. Sé que no puedo hacer mucho por ti, tampoco iré corriendo a verte aunque quisiera hacerlo...

—No vayas a hacerlo —la interrumpí.

—Lo sé —su voz se apago un poco—. Sin embargo, aunque desearía no sentir nada por ti y tener una linda, transparente y convencional amistad contigo, tampoco te abandonaré si lo que necesitas es alguien en quien apoyarte. 

Me quedé pensando en lo que dijo.

—Es extraño que ahora estemos compartiendo momentos de verdadera profundidad.

—Siempre tuvimos momentos de verdadera profundidad, pero estabas ciego. 

—Lo lamento —me sentí mal por Emma. 

—Basta de eso —dijo ella con determinación—. Ya tuvimos está conversación ¿verdad?

—Verdad...

—Ahora escucha lo que voy a decir. 

Me quedé callado y escuché. 

—Noah en la vida todos perdemos algo, en algún momento o todos los días. Perdemos cualquier cosa, ya sea un amor —pude sentir como enfatizaba en su propio dolor—, un amigo —hizo una pausa—, un hermano, una hermana, un padre, una madre...

—O a todos ellos... 

—Sí, o a todos ellos —dijo con un hilo de voz que nunca le había sentido antes, precavido, delicado—. Estas son experiencias que ocurre sólo por el simple hecho de estar vivos. 

—Entonces...

—Mientras estemos vivos, experimentaremos todo estas ausencias, todo este dolor. Si vamos a aceptar la vida, debemos aceptar sus penas y complicaciones. 

—¿Y vale la pena aceptarlo acaso?

—Vale toda la pena del jodido mundo. 

Yo reí. Eso habría sido algo que yo fácilmente hubiera dicho a alguien más. 

—Esa es la razón por la que siempre fuiste la número uno de la clase.

—Ahora es mucho más fácil sin ti en el aula. 

—Ya encontrarás otro rival. 

—Seguro que sí. Y espero que no se rinda como tú. 

Volví a reír. 

—Que cruel. 

—¿No piensas volver a terminar tus estudios? —me preguntó.

Miré a través de la ventana de nuevo y medité la respuesta por unos segundos.

—Ya no hay nada que me mantenga aquí —respondí con sinceridad—. Es probable que regresé.

—Que no sea para seguir huyendo —Emma parecía estar muy seria—. Sino, porque es lo que quieres en realidad —había olvidado que Emma era una mujer muy firme e inteligente—. ¿Es lo que quieres en realidad Noah?

—Tardaré un poco en conocer esa respuesta.

—Tomate todo el tiempo que necesites. 

—¿Volvemos a hablar?

—Eso no depende de mí —hizo una pausa y luego se despidió—. Cuídate Noah. 

—Cuídate Emma. 

Después de colgar, me sentía mejor, aunque continuaba excitado. Miré de reojo el bulto que se veía a través de la cobija y pensé en masturbarme, pero recordé todo lo que había sucedido. Y no era precisamente, el fallecimiento de mi madre. Había sido descubierto por Mai, y esa incomoda situación me recordó el día en que la relación con Zoé se arruinó por completo.

El sexo siempre lo complicaba todo. 

La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now