65. Explosión

17 3 0
                                    


—¡Estaba lastimándote! —me defendí.

—¡Eso no es tu puto problema! —señaló Mai.

—¡No iba a permitir que te hicieran nada! —no me había dado cuenta que elevábamos la voz para que la canción que estaba sonando no ahogara nuestra discusión. 

—No necesitaba que vinieras a salvarme, Noah —los ojos de Mai estaba humedecidos y colorados—. ¿Quién te crees que eres para intervenir así en mi vida?

Las palabras ardían como brasas calientes en la oscuridad de la fiesta. Pero Mai no se detuvo ahí y continuó avasallante. 

—Y, para tu información, no tengo por qué explicarte nada. No me debes nada, Noah.

El silencio se apoderó de la multitud que había estado observando la escena, y podía sentir las miradas de curiosidad y juicio sobre nosotros. La tensión en el aire era palpable.

—Me largo —dijo y me dio la espalda.

—¡Espera!¿Qué es lo que ocurre contigo? —solté enfadado—. Si no quieres que este metiéndome en tus cosas deja de comportarte como una jodida niña. 

Hubo un resoplido de sorpresa al unísono por parte de las personas que espectaban lo que estaba pasando. 

—¿Disculpa? —se regresó para encararse conmigo—. En el mundo eso podría decírmelo cualquiera, cualquiera ¿pero tú? El que está deprimido, quien sufre ansiedad a diario y todavía no ha admitido que tiene un puto problema en su cabeza, me lo está recriminando.

Hubo otro grito ahogado de sorpresa de la multitud. 

—Esto no se trata de mí.

—Claro que se trata de ti —las lágrimas finalmente cayeron de sus ojos por la rabia—. Mírate idiota ¿sabes por qué terminaste golpeando a ese chico sin vacilación? Porque necesitabas un lugar donde desquitarte, donde descargar toda la ira ¡Estás frustrado!

—Estaba tratando de protegerte —alegué—. Debes aprender a cuidarte por ti misma, la gente no va a venir a salvarte siempre. Ni tu hermana, ni yo vamos a estar cuidando tu trasero.

—Yo no necesito que nadie me proteja, mucho menos tú, porque ni siquiera puedes salvarte a ti mismo —avanzó unos pasos e inclinó su cabeza para hablarme de cerca—. Tienes así de jodida la cabeza porque reprimes tus emociones, porque en vez de sentir: las aíslas; porque no eres capaz de confrontar lo que sientes, no eres capaz de confesar lo que sientes; porque te crees una víctima de todo.

—Mai... 

Esta vez fui yo quien no pudo evitar que algo se rompía por dentro. Estaba siendo tremendamente cruel. 

—Eres realmente injusta —solté sin meditarlo lo suficiente.

—¿Justa? —increpo dando unos pasos atrás—. Hablemos de justicia —Mai continuó con un tono de voz que hizo que mi corazón se detuviera—, No soy yo quien viene aquí a tratar de imponer sus moralidades a la hermana menor de la chica qué no ha podido superar desde hace como diez años —sus palabras resonaron en la cabaña, dejando a todos sorprendidos—, y quién a pesar de eso, anoche se acosté con su mejor amiga.

"Uhhhh" se escuchó retumbar como si fuera parte de la canción que estaba sonando.

¡Pero que mierda!

Aquello me dejo perplejo. Tanto, que Mai quizás se percató que había ido demasiado lejos. Dejo que sus lagrimas fluyeran, me dio la espalda y desapareció entre la gente que la seguía con la mirada mientras yo me quede estupefacto en medio de todos los demás.

La Insoportable Existencial del Amor (+18)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon