31. Hermanas

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Zoé reía mientras se recogía el cabello húmedo por la repentina lluvia. No nos habíamos mojado lo suficiente pero gotas de se deslizaban de mi cabeza. Me sacudí el cabello y me tumbé en el suelo.

—Debería irme antes de que sea imposible salir de aquí.

—Creo que si sales ahora vas a terminar resfriado.

—Correré ese riesgo. 

—¿Prefieres eso a quedarte aquí hasta que la lluvia termine?

—¿Me estás proponiendo una pijamada? —abrí los ojos como escandalizado—. Que impura —dije burlón mientras extendía mis manos por el frío suelo de la cocina. 

Zoé se echó a reír.

—Mejor levántate de allí —sugirió—. Voy a preparar un poco de café. 

—No te molestes —miré el techo de la cocina—, no creo que sea una buena idea quedarme aquí. No sabemos cuando terminará de llover. 

—Eres muy testarudo —Zoé caminó hasta la cafetera que estaba en uno de los estantes de la cocina. 

—No creo que sea algo correcto —sugerí mientras la veía pasear por al cocina. 

Aunque a decir verdad, en el fondo... no quería irme y deseaba pasar toda la noche a su lado como en los viejos tiempos. De verdad que la extrañaba. 

—Sólo te propongo esperar, nada más —Zoé ya no sonreía y me miraba de reojo mientras preparaba el café. 

—¿Y no pensará mal tu novio? —dije con ironía.

Verla allí moverse con elegancia usando una chamarra de cuero negra que evidentemente tenía un diseño masculino y no iba a juego con el estilo que manejaba esa noche, me hacía sentir cierta inquietud. Una duda que no me generaba curiosidad, sino una especie de malestar. 

Estaba celoso. Sí, era eso. Sentía celos. 

Aún me planteaba la idea de que fuera mi hermano el nuevo prospecto de Zoé... pero a decir verdad, jamás lo había visto usar chaquetas  de ese tipo. 

Tal vez, se trataba de otra persona. Alguien más estaba saliendo con ella. 

¿Y por qué carajos te importa eso Noah? me cuestioné y sentí vergüenza de mi mismo.

 —Decir las cosas con honestidad no es lo tuyo ¿verdad Noah?

Volteé los ojos sin que ella me viera. 

Nuestra interacción parecía una montaña rusa de emociones. A veces cómoda, a veces graciosa, a veces profunda, triste y ahora... parecía molestarnos la presencia del otro. 

—¿Siempre debo rogarte para que digas lo que piensas en realidad? —dejo la cafetera encendida y me encaro, tenía el rostro endurecido y se veía molesta. 

—Parece que algunos discursos no se olvidan ¿verdad?  

Zoé frunció el ceño y estaba a punto de soltarme algo con cara de pocos amigos pero en ese momento la puerta principal de la casa se abrió de par interrumpiéndonos de nuevo. 

—¡Carajo! —escuché quejarse a una chica. 

Volteé a mirarla y la reconocí, mis ojos se abrieron tanto como la puerta. 

Ella... 

La chica misteriosa estaba empapada completamente, le escurría el agua desde cabello que se le pegaba al rostro, hasta las piernas. La camiseta ancha y los pantalones deportivos estaban tan empapados que se le ajustaba al cuerpo dejando entre ver enorme trasero y su sostén de encaje morado. 

Podía ver todo su esbelto cuerpo a través de la ropa mojada. 

Mi corazón se aceleró  y no estaba seguro si era la consecuencia de lo erótica y sexy que se veía ella completamente mojada, o porque precisamente, la chica con la que me topaba cada noche, la que estaba rodeada de tanto misterio, la que tanto me irritaba, había entrado precisamente a la casa de Zoé. 

—Estúpida lluvia —alegó y levantó la mirada. Se percató de nuestra presencia y nos contempló desde la entrada. Se sorprendió de vernos allí mirándola. Su rostro cambió, se volvió más serio y y rígido.

Se le veía tensa e incomoda. 

—Bienvenida a casa Mai —la saludo Zoé con mucha dulzura.

—Mai —susurré anonadado—... ¿Esa es Mai? —me levanté y la contemplé sorprendido.

¿De verdad la chica misteriosa había sido la hermana de Zoé todo este tiempo?

La pequeña Mai era esa presuntuosa y sexy mujer... 

Pero que mierda... 

La Insoportable Existencial del Amor (+18)Where stories live. Discover now