64. Party

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Me paseé por el primer piso de la cabaña y el jardín con otro vaso lleno de cerveza. Para ese momento habían alrededor de 20 personas en la fiesta. Observaba a las personas que estaban alebrestadas cantando, bebiendo y bailando. Las chicas parecían divertirse también.

Me recosté en una de las paredes de la sala y me quede observándolas por un rato. Zoé bailaba con el sujeto de acento raro, Helen con otro chico, y cuando finalmente encontré a Mai en medio de la abarrotada multitud, la descubrí en el rincón más distante de la sala, acompañada por un hombre de tez morena y una musculatura imponente. 

Juntos se entregaban a la sensualidad de una canción de Romeo Santos, moviéndose de manera arrebatadora, con sus cuerpos entrelazados de manera íntima. Mai, de espaldas a él, ajustaba su cintura contra la suya, creando un baile cargado de pasión que no pasaba desapercibido.

Mierda... me sorprendí hipnotizado viéndolos mientras una sensación de calor e incomodidad se expandía por mi pecho. No era excitación, era una sensación diferente... Tuve que bogarme la cerveza e ir a llenar mi vaso de nuevo. 

Ya con el vaso lleno nuevamente, las parejas se intercambiaban, mientras que otros salían a tomar un poco de aire al jardín de enfrente o encender algún cigarrillo, tal vez, también percibía un poco de marihuana en el ambiente.

Me sentía como en los primeros años de universidad. 

—¿Quieres bailar? —Zoé estaba frente a mi con una sonrisita.

Para ese momento estaba sonando una canción nueva de Don Omar. 

—¿Un reggaetón? —pregunté incrédulo. 

—No es mi estilo —admitió Zoé—. Pero ya que estamos aquí deberíamos intentar divertirnos.

Me dio risa pero no me negué.

Deje la cerveza sobre la mesa y ambos salimos a la pista de baile, y aunque bailamos con una distancia prudente, pude ver que frente a mi se encontraba Mai, quien me miraba con severidad y parecía un poco enfadada. Hizo un gesto y decidió aceptar la invitación a bailar del chico con el que había estado bailando antes, y a diferencia de Zoé y yo, empezaron a bailar nuevamente como si fueran íntimos. Cualquiera podía confundirlos con una pareja. 

—Estás actuando muy raro todo el día —me susurró al oído Zoé, la música estaba muy alta para tener una conversación así que teníamos que acercar nuestros rostros.

—Sólo estoy un poco distraído —le susurré también al oído, y parecía que ese acercamiento sólo motivar a Mai a bailar con más intensidad. Sólo yo podía verla, pues estaba justamente a unas cuantas parejas de la espalda de su hermana. 

Y entonces, en un suceso que no me esperaba, no pude evitar ver como Mai besaba al desconocido... Era un beso donde incluso podíamos ver sus lenguas deleitarse con pasión. 

La quemazón que sentía en el pecho se intensificó repentinamente. 

Era rabia.

Joder. Lo que había estado sintiendo era rabia.

¡SENTIA RABIA! 

¿Qué mierda estaba pasándome?

—Pareces tenso —susurró de nuevo Zoé.

—No, no —le respondí.

Celoso por lo que estaba aconteciendo frente a mi, decidí ser más osado y me acerqué al cuerpo de Zoé para bailar el perreo como Dios manda. Aquello tomó por sorpresa a mi amiga, pero tampoco mostró ninguna resistencia.

Permitió que la guiara cerca de mi cuerpo. 

Trate de concentrarme en aquel viejo amor, al que había besado la noche anterior, al que había estado deseando sentir desde que había vuelto, mientras, por una extraña razón, evitaba ver a su hermana menor besarse con quién sabe quién. 

Nuestro baile iba tomando más confianza. Zoé y yo, de pronto, estábamos bailando con sensualidad. Nuestras piernas se entrecruzaban con el único propósito de tocarse, nuestros movimientos eran acompasados, nos movíamos con gracia y ligereza; Nuestras cinturas se balanceaban al ritmo de la música, con una intensidad que solo el baile podía inspirar. Poco a poco, el compás nos llevó a unir nuestras frentes, como si nuestros cuerpos recordaran cada momento de la historia que vivimos juntos. 

Podía sentir su respiración y el aroma del licor que había bebido. Y no sé, si fue por efectos del alcohol o por el intenso calor que me había provocado Mai, pero me sentía más osado, más desinhibido, así que tomé su cintura con mi mano y la empujé a mi cuerpo para estrecharlo, dejando nuestras caras sumamente cerca. 

—¿El beso de anoche significo algo para ti? —le susurré al oído.

Continuamos bailando. Ella parecía estar meditando la respuesta al son de la música. 

—¿Por qué me preguntas eso de repente? —contestó. 

—Porque significo algo para mi.

Zoé enmudeció un momento.

—Anoche fui a buscarte a tu habitación —susurró... 

Me quedé expectante que terminará de hablar, pero justo en ese momento la canción había terminado, y escuchamos una riña a nuestra espalda. 

Zoé se giró para ver que era lo que estaba sucediendo tan cerca de nosotros.

Mai estaba tratando de liberarse del chico con el que había estado besándose. La tenía sujetada de la mano con fuerza impidiendo que se fuera. 

—No puedes dejarme así —alegó el desconocido.  

—Suéltame idiota —contestó ella. 

—No puedes hacerte la caliente y luego irte así sin más —replicó el corpulento sujeto. 

Para ese momento y sin darme cuenta, el calor que había estado sintiendo había llegado a mi cabeza, y la rabia se había apoderado de mi.

Lo que aconteció después, lo viví como si fuera una grabación en cámara lenta; Zoé yendo a socorrer a su hermana, las personas espectando sin intervenir, y luego estaba yo... quien se había adelantado a todos y había extendido su puño hasta acertarlo en la cara del sujeto. 

Lo había golpeando en la cara con toda la rabia finalmente liberada.

—¡Qué la sueltes cabrón! —espeté mientras de fondo sonaba alguna canción de Swedish House Mafia. 

El sujeto había caído de culo hacia atrás mientras todos ahogaban un grito de sorpresa. 

—¡Noah! —escuché gritar a Helen detrás de mi. 

El rostro estupefacto de Zoé tapándose la boca. 

—¿Qué diablos te pasa? —me gritó Mai con los ojos abiertos como platos frente a mi. 



La Insoportable Existencial del Amor (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora