Capítulo 4: Nosotras

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—Entonces, ¿me vas a abandonar a mi suerte y te vas? —Lana negó, dramáticamente.

—No será fácil, pero sobrevivirás. —Mis intentos de guiño siempre serán un fracaso, pero aún así le lancé algo parecido a uno. —Además, sigo sin estar segura. Mi mamá ha estado toda la semana hablando sobre eso.

—¿Qué dices, chica? Necesitas estas vacaciones como el aire que respiras. Haz estado insoportable estos últimos meses. —Se metió una gran cuchara de helado a la boca, para segundos después apretar los ojos y masajearse las sienes. —No puedo con las cosas tan frías.

—Debiste pedir otra cosa, entonces. O ve despacio.

—No puedo evitarlo, soy masoquista.

Puse los ojos en blanco.

—Promete que me llamarás diario y me extrañarás todos los días.

—Prometo que te llamaré —dije con una sonrisa, solo para molestarla.

Ella entrecerró los ojos.

—Toma muchas fotos y videos también, pero deja espacio porque voy a bombardearte con todo lo que haga en el crucero.

—llévate las pastillas para el mareo. —Me preocupaba por ella, y ese era uno de los temas que más vergüenza le provocaban.

—Es lo primero que voy a empacar, chica. Deja de recordármelo —dijo mientras se apartaba el pelo de los hombros, fingiendo estar ofendida.

—Creo que si te voy a extrañar un poquito, después de todo.

Lana me miró con ojitos brillosos, y casi me rió en su cara, porque sabía que en cualquier momento se podría poner a llorar.

—Yo también te voy a extrañar. Solo te digo que tienes prohibido conseguirte otra mejor amiga allá. O te cortaré la cabeza cuando vueltas.

—No todos tienen tu suerte, tranquila.

—Estás chiflada, chica. Por eso te amo —dijo, metiendo su cuchara en mi helando y llevándoselo a la boca antes de que pudiera hacer algo. —Eso si, no me quejo si te consigues un novio guapo, surfista y bronceado.

Yo solo me reí y negué ante su comentario.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now