Capítulo 39: Lo siento tanto

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—¿Cuantos años tenías? —Le pregunté a Levi. Mi voz sonó estrangulada.

—Trece.

—Eso fue el año del último verano que nos vimos. —Un nudo horrible se estaba formando en mi garganta.

—Así es. —Levi estaba jugando en su móvil. —No pude terminar el año escolar, así que me pasé ese verano pensando en que iba a repetir el año. Estaba muy mal. No salía a jugar con los chicos. Además de que ese fue la primera vez que no venías y a mi me afectó mucho.

Me costaba tragar.

—Brian y Julie me venían a buscar todos los días para jugar, mi abuela intentaba convencerme de salir, pero no sentía deseos de divertirme. No porque no quiera, sino porque había visto como estaban Yaya y mi mamá y yo me dije que también debía estar triste.

—¿Tú mamá nunca llamó?

Levi movió suavemente la cabeza para negar.

—Yo la intenté llamar cada día. La abuela me decía que debía darle tiempo, que pronto estaría bien y se comunicaría. Y lo hizo.

—¿Llamó? ¿Cuándo? —Me moví al costado de Levi para empezar a cortar en los laterales.

—Llamó a finales del verano. Para despedirse.

—¿En serio? —Tomé una respiración, no reconocía mi propia voz.

—Si. Escuché a la abuela hablar con ella por teléfono. Le estaba gritando que no podía abandonarme, que yo la necesitaba más que nunca y que cómo me iba a explicar que mi mamá ya no volvería.

Me moví al otro lado.

—Recuerdo que ese día había visto a mi abuela llorar como nunca. Ni siquiera en el entierro de papá, porque ella había estado consolándonos.

—¿Tú qué hiciste? Lo estabas escuchando todo.

Levi dejó el móvil y miró al frente.

—Me acerqué a ella y le dije que no se preocupara. Que le daríamos a mamá todo el tiempo que necesitara. Que no estaba triste porque sabía que ella cuidaría bien de mi. Lo dije para que se calmara pero eso solo hizo que llorara más.

Pestañeé, mirando hacia arriba para devolver las lágrimas.

—Fuiste muy fuerte —dije.

—Por un tiempo si. Pero también tuve mi momento de rebeldía y de "odio al mundo por mis problemas". Estaba muy roto y solo cubrí esas heridas hasta que un día ardieron tanto que ya no pude actuar más. —Levi agachó la cabeza. —No estoy muy orgulloso de quien fui en ese época.

Para ese momento yo ya tenía mis manos lejos de él. Me estaban temblando y no quería lastimarlo.

Levi debió darse cuenta porque se giró, con toda y la silla.

—Lilisent... —Él se paró de inmediato, quitándome las tijeras de las manos. Luego me tomó de los hombros y me sentó donde estaba él. —Lo siento tanto, no sabía que te pondrías así.

Levi se agachó frente a mí y trató de apartar mis manos de mi rostro.

Mi hombros se movían violentamente y trataba de calmar mis sollozos para no despertar a la abuela.

Tampoco sabía que iba a reaccionar así. Pero, sentía muchas cosas ahora mismo.

—Lo siento tanto. —Solté entre sollozos.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now