Capítulo 35: La abuela y yo

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Pasamos para el patio trasero, que estaba tan bonito como el otro.

Ahí había un árbol y debajo de este un sillón grande y dos sillas a los lados, con una mesita en medio. Ahí fue que la abuela nos envió a organizar las galletas y el té frío que había preparado.

Ahora estábamos sentados, Ella en el sillón grande, abriendo del todo su regalo y según ella verificando la calidad de lo que había en él. Yo esperaba que no fuera tan mala.

—Ustedes coman, que yo ya me llené cocinándolas. —Respondió cuando Levi le dijo que comiera de las galletas. —No está tan mal esto. Se nota que no has olvidado lo que te enseñe.

Levi se rió de que casi me atraganto con el jugo. Pero aún así, asentí hacia la abuela.

—Sé que no te acuerdas de nada, Lily. —Ella empezó a tejer con el hilo y aguja nuevos. Yo no sabía dónde meter la cabeza, pero Levi parecía estar pasándola bomba. —Pero, no te preocupes, ya habrá tiempo paga refrescarte la memoria.

Un rato más tarde estábamos ambas sentadas en el mismo sillón. La abuela Charlotte estaba muy avanzada en el suéter que dijo me estaba haciendo, me tomó las medidas y empezó a tener con un talento increíble. Yo solo estaba dando puntadas sin rumbo alguno. Aparte de que estaban deformes y el hilo ya no se veía tan bonito de tanto que lo había deshecho.

—Soy muy mala en esto. —Suspiré.

La mujer a mi lado me echó un vistazo por encima de sus gafas.

—Es normal que estes oxidada. Llevas tiempo sin practicar, pero recuerdo que hace unos años eras buena. —Ella extendió lo que estaba haciendo para verlo a la distancia. —Pero con práctica todo se puede.

—Es que esto ya no es lo mío, abuela. —Volví a suspirar.

Ella volteó a mirarme completamente.

—Es cierto. Han pasado tanto tiempo que por supuesto que tienes otros gustos y pasatiempos. Por ejemplo, nunca imaginé que Levi se metería a esto del surf. Y ahora es muy bueno y es algo que lo apasiona. —Ella sonrió. —¿Qué cosas te apasionan a tí, mi niña?

Buena pregunta.

—Bueno, yo no tengo algo tan concreto como Levi...

—No importa. La pregunta es que te apasiona a ti, nada tiene que ver con lo demás.

Eso me hizo sentir más relajada.

—Todo lo relacionado con la belleza. El cuidado de la piel, del pelo, la ropa que me pongo... y eso.

Creo que mi personalidad y mi imagen lo daban a entender, pero era algo que realmente disfrutaba hacer. Escoger qué ropa me iba a poner para cada ocasión, las combinaciones que hacía. Hasta había hecho un curso de costura e inventaba mucho con mi ropa. También peinados, el cuidado de la piel. Y el que viniera a decirme que eso no tenía nada de especial, podía irse a bañar y dejarme en paz.

—Ahora me haz puesto presión encima, eh. —la abuela Charlotte negó y yo la miré confundida. —Tengo que hacer un abrigo muy bonito, ya que eres toda una experta en estos asuntos.

Yo me reí.

—Nada que me des tú podría ser malo.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now