Capítulo 43: ¿No te han dicho que...?

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Bajé las escaleras como quien va a su ejecución. Mis ganas de levantarme de la cama hoy eran nulas, pero no podía quedarme ahí para siempre, aunque así lo quisiera.

La noche anterior había subido a mi habitación en cuanto entré. Mi tía estaba en su turno en el hospital, no vi a Bryan por ningún lado. Me topé con Julie y Jimmy tirados en el sofá viendo una película.

Había evitado las preguntas de mi curiosa prima con la excusa de que tenía mucho sueño y que le contaría al día siguiente. La verdad es que no quería hablar del asunto.

Esperaba que hoy no me quisiera interrogar. La quería, pero podía llegar a ser bien intensa cuando se lo proponía.

—Bryan, deja en paz a tu hermana.

La voz de mi tía se escuchó antes de que entrara a la cocina. Ahí estaba ella, con la cabeza metida en la nevera.

—No le he hecho nada. ¿Qué tiene de malo regalarle un peine? Siempre anda desgreñanda, así que sería un buen regalo. —Bryan estaba con los ojos metidos en su móvil, ignorando la mirada asesina que Julie le lanzaba desde el fregadero.

—Mentira. Yo siempre me peino muy bonito. —Julie sonaba muy indignada.

Yo era testigo. Mi prima era tan hábil en los peinados, como en la repostería.

—Buen día. —Terminé de entrar a la cocina y me senté al lado de Bryan. —¿Porqué estamos hablando de regalos?

—Porqué en dos semanas es mi cumple. —El humor de Julie mejoró al decir eso. Casi estaba bailando de la felicidad. —¿Qué me vas a regalar, Lily? No acepto peines.

Me reí, pero la verdad es que había olvidado por completo que se acercaba su cumple. En cada verano lo celebrábamos.

—No tiene sentido que te lo diga,  pero, si hay algo especial que quieres, me lo puedes decir, y si puedo te lo compraré. —Yo solo quería que me la pusiera más fácil. Era un lío para escoger regalos.

Bryan dejó su móvil y pasando sus brazos descubiertos por mis hombros me obligó a acercarme para abrazarme.

—Bryan, déjame en paz. —Intenté salir de su agarre, pero el tarado no me soltaba.

—Me dijeron que ayer tuviste una cita con Evans. —Su cometario me hizo poner los ojos en blanco. Él no dejaba pasar una.

Mi tía, quien iba a salir de la cocina me guiño un ojo antes de irse y nos dejó a los tres en la cocina.

A mí también me dieron ganas de irme.

—Quien te lo dijo no te te informo bien. No tuve ninguna cita con Levi. —Hice comillas con los dedos en la palabra cita

—Te fuiste con él y pasaste toda la tarde en su casa. Eso me suena a cita.

Al fin me solté de su agarre y me senté bien.

—Fui a visitar a la Yaya, tarado.

Julie, que había estado escribiendo en su móvil, levantó la cabeza y nos miró.

—Anoche no me dijiste qué tal te fue.

Bryan me miró con más curiosidad ahora.

—¿No te han dicho que los hombres chismosos son muy molestos? —Le dije.

—¿Y a ti no te han dicho que negar lo obvio es molesto? —Contraatacó este.

—Oye, Lily. Quiero ir a leer a la playa. Hoy hay poca gente y el clima está perfecto. ¿Me acompañas y así hablamos sin moros en la costa?

Miré a mi prima y solo asentí.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now