Capítulo 54: Muffins

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Mañana era la prueba de las clases de surf. En ellas tendrías que demostrar lo que habías aprendido en el tiempo que llevabas tomando clases. Yo no podía creer que ya hubiera pasado un mes. Los días pasaron volando.

Pero no estaba nerviosa, lo poco que sabía lo sabía hacer bien así que estaba confiada.

Mi mamá estaba más que feliz de que la estuviera pasando bien. Debía aceptar que no vine con los mejores ánimos y ni muchas esperanzas, pero había olvidado que no solo era este lugar, sino también mi gente lo que lo hacía tan especial para mí. 

Solo había una cosa que me ponía nerviosa en este lugar y ese era el tranquilo y sonriente chico surfista de pelo largo. No sabía si él era consciente de lo atractivo que podía llegar a ser. Sus actitudes y ciertos comportamientos mí inquietaban y amenazaban con provocarme un patatús cualquier día de estos.

—No estás prestando atención a la película.

Volteé a ver a mi primo, quien me juzgaba con la mirada desde su lado del sofá.

—Claro que si, Jimmy. Es que soy muy silenciosa cuando veo películas.

—Si es así dime qué acaban de esconder bajo la mesa. —Me preguntó, pausando la película y cruzándose de brazos.

Yo me empecé a reír porque no tenía idea de qué pasaba en la película hace rato ya.

—¿Ves? No estás prestando nada de atención.

—Perdón, Jimmy. Ahora sí voy a atender, te lo prometo.

El solo asintió, no muy convencido.

—¡Vengan a probar los muffins!

Ambos corrimos a la cocina al escuchar los gritos de Julie. Desde la mañana había estado en la cocina, probado recetas nuevas y nosotros las probábamos.

Al llegar nos detuvimos frente a la bandeja repleta de muffins.

—Estás son de arándanos.

Yo tomé uno y Jimmy me imitó, lo probamos y como todo lo que hacían las mágicas manos de Julie, estaban más que deliciosas.

—Demasiado bueno —dije, sin poder hablar mucho.

—¿Creen que les guste a la gente?

—Definitivamente. —Jimmy junto su índice y su pulgar en aprobación.

La cosa es que Julie había llevado algunas de sus recetas a una tienda de repostería muy bonita cerca de la playa y habían aceptado trabajar con ella. Julie llevaría sus recetas, ellos la venderían y ella estaría ganando dinero haciendo algo que disfruta. ¿Qué mejor que eso?

—Quiero ahorrar para algún día poner mi propia tienda de repostería.

—Y lo vas a conseguir, amor. Eres la mejor en esto. —Entró tía Su a la cocina.

—Hola, ma.

—Hola, tía Su.

Ella nos saludó a todos, aun tenía los ojos hinchados de dormir.

—Gracias ma. Si no les hubieras hablado de mí, no habría conseguido este trabajo.

—Tú eres muy buena repostera, por eso lo conseguiste. ¿Terminaste de empacar para llevarte en el carro?

—Ya casi, en un minuto estamos.

Ayúdanos a Julie a empacar todo, ella hizo unos especialmente para llevárselos a los chicos en Surfos y luego fuimos a llevarlos a la tienda.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now