Capítulo 42: Beso

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Nos detuvimos frente a la entrada de la casa.

—¿Quieres entrar? —pregunté por cortesía, pero era tarde así que dudaba que quisiera.

El negó con la cabeza. El camino de regreso había sido silencioso.

—No. Ya es tarde y Anthony lleva rato molestando. —Sacó una de sus manos del bolsillo y le echó un vistazo a su móvil.

—¿Cómo así? ¿Tienes que leerle un cuento antes de dormir?—Bromeé.

Levi hizo amago de sonreír mientras devolvía el celular a su lugar.

—Nada de eso. Es que hoy me toca comprar la cena. Él se pone intenso cuando tiene hambre.

—Suenan como una pareja de ansiamos.

—Hacemos lo que podemos. —Me surgió la corriente.

—No te retengo más, entonces. —Cambié mi peso de un pie a otro.

—Hasta mañana, entonces. Recuerda que tienes clases, así que descansa mucho y practica lo que aprendiste, mañana vas al agua.

La mueca de mi cara lo hizo sonreír.

—Ay no. Ya te pusiste en modo profesor gruñón. Ahora si, lárgate.

Él se rió, y se acercó, sin darme tiempo a reaccionar, tomó mis manos y las subió hasta hacerme rodear su cuello con ellas. La acción fue repentina así que no pude evitar que me tomara de sorpresa. Pero él no tardó mucho en rodear mi cintura con las suyas y enterrar la cara en mi cuello, perdiéndose entre mi pelo.

—Levi...

—Shh... Solo un ratito y me voy. —Su voz se escuchó estrangulada por estar contra mi cuello y eso me provocó cosquillas.

Mis manos, que habían estado paralizadas por un momento, bajaron hasta rodear su hombro con una y la otra bajó hasta el cabello en su nuca.

Sus brazos me rodeaban completamente, dejando un espacio nulo entre los dos. Él necesitaba ese abrazo, no sé porqué lo sentí así, pero solo lo abracé tan fuerte como él a mí y esperé en silencio el tiempo que él necesitara.

Y el que yo necesitaba también. La conversación que tuvimos esa tarde había hecho estragos en mí. Me había puesto muy sensible y había llorado no solo por todo lo que me había dicho, sino por todo lo que yo guardaba también. Todo eso que había intentado meter en un cofre todo este tiempo solo porque pensé que si no lo pensaba no importaba.

No era así.

Luego de un momento su agarre se aflojó y rompimos el abrazo.

—Es bueno tenerte de vuelta —dijo, apartando sus manos de mi cintura para llevarlas a mi rostro. —Prométeme que no vas a sobre pensar lo que hablamos hoy.

Lo miré a los ojos desde la postura que hacía que mi cuello doliera, ya que tenía que inclinarlo hacia atrás paga poder ver su rostro.

—Prometo que trataré. —Sabía que eso sería complicado.

Él sonrió.

—Eso es un avance. —Luego de eso se inclinó y cuando pensé que me darían diez infartos, me besó la frente. —Descansa.

Yo parpadeé y sentí el rostro muy caliente.

—Tú también.

Con eso me alejé y al llegar a la puerta me di la vuelta y él seguía parado en la entrada, Ahora con las manos en los bolsillos otra vez.

Le dije adiós con la mano y él señaló la puerta.

Poniendo los ojos en blanco, entré y pude ver por la ventana como se dirigía a la calle, donde me había dicho que estaba su coche estacionado.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now