Capítulo 38: Recuerdo

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Levi

Hace seis años.

Mi niño, ¿cómo estás?

La voz de Yaya se escuchaba muy diferente. Como cuando te tienes que levantar temprano en la mañana, pero no quieres. 

—Estamos bien, Yaya. ¿Cómo estás tú?

Si le decía que mamá no salía de su cuarto y que yo había tenido que empezar a cocinar para los dos se pondría mas triste. Yo no quería eso.

—Estoy esperando a que llegue el verano para verte, sé que estuve allá hace unos meses, pero ya te extraño, mi niño.

—También te extraño, Yaya. Ya no estes triste. Papá nos está cuidando desde el cielo. ¿Verdad?

La abuela tardó un poco en hablar.

—Si, mi vida. Él nos cuida desde el cielo. Tú tampoco estés triste, ¿de acuerdo?

—Si, señora.

—Cuida mucho a tu mami para que tampoco esté triste.

—Así lo haré.

—Hablamos luego, cariño. Salidos paga tu mamá. Dile que próxima vez espero que si se pueda poner al teléfono.

—Se lo diré cuando despierte.

—De acuerdo, amor. Adiós.

—Adiós, Yaya.

La próxima veces que Yaya llamó mamá no quiso contestar el teléfono y yo siempre le decía que estaba ocupada.

No fui al colegio las últimas semanas de clase, así que no pude tomar mis exámenes. Eso no era bueno, porque no podías pasar de curso si no tomabas tus exámenes.

Cuando llamaron de la escuela, me dijeron que entendían mi perdida y que podía ir a tomar el examen cuando todo estuviera mejor.

Las cosas no se pusieron mejor.

Mamá casi no me hablaba y se pasaba mucho tiempo en su habitación. La escuchaba llorar mucho.

Yo quería decirle que no estuviera triste, pero yo también estaba triste. Tenía sueños feos y cuando me despertaba iba a su habitación y tocaba la puerta, pero mamá nunca abría.

Yo me dormía frente a la puerta, porque sabía que ella estaba dentro y no me pasaría nada malo.

Ese verano mamá me llevo donde mi Yaya y no la volví a ver más.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now