Capítulo 50: Maní

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Mientras poníamos todo en el maletero escuchamos a alguien que nos saludaba, así que volteamos y se estaba acercando.

—¿Qué tal, chicos? ¿Ya está todo listo para la fiesta?

Era el chico de la fogata. El que había preguntado si Levi y yo teníamos algo.

—¿Ya te dijo, Mía? —El chocó puños con Levi y a mi me dio la mano.

—Que bueno volver a verte, Mily. —dijo, sin soltarme aún la mano.

—Hola, soy Lily. —Logré zafar mi mano de la suya.

—Lily, claro. Es que soy muy malo para recordar nombres.

No lo culpo, tampoco recordaba el suyo.

—Entonces, ¿cómo van los preparativos? ¿No van a necesitar más ayuda?

—Todo está cubierto, tú solo trata de estar ahí témpano y ya. —Le contestó Levi.

—¡Excelente! Me voy entonces, estaba comprando un regalo para Julie. Nos vemos más tarde.

—Adiós. —dije yo y me volteé a seguir con lo mío, al igual que Levi.

—Ah, Lily. —Escuché que me llamó y volteé, Levi siguió metiendo las bolsas en el maletero. —Algo para ti.

Tomé lo que me ofrecía. Parecía un chocolate, no me fijé bien.

—Gracias. —No tenía idea de porqué me daba algo, pero era comida así que...

Él se despidió con una gran sonrisa y se fue.

Yo miré lo que estaba en mi mano, y si era un chocolate con letras en lo que parecía japonés o coreano, no sabía. Yo lo abrí y lo extendí hacia Levi, que ya había metido todo en el maletero y lo estaba cerrando.

—¿Quieres?

Él miró el chocolate en mi mano y su frente se frunció, y luego solo lo tomó de mi mano y se lo metió todo a la boca.

—¿Qué...? Eso era mío, ¿porqué..?

Levi negó con la cabeza y lo vi masticar y tragarse mi chocolate con la boca abierta.

—No puedes comer eso. Está hecho a base de mani, ¿nos vamos?

Yo solo pude parpadear y abriendo y cerrando la boca sin saber bien que decir.

—¿Maní? –Fue lo único que solté.

Él asintió.

—Tú reacción al maní es de los recuerdos más traumáticos que tengo, así que no quería pasar por eso otra vez. —Y luego de eso se dirigió a la puerta del copiloto, luego la abrió y voltea a verme. —¿Vienes?

Yo quería arrojarle una piedra, por reiniciarme al celebro de esa forma. Pero solo me metí en el auto en silencio.

Él dio la vuelta al coche, después entró y volteó a verme.

—¿Estás enojada porque te salve la vida? —Volvía a ser el Levi bromista.

Yo solo puse los ojos en blanco.

—¿Andas siquiera con el antialérgico?

—No, porque soy muy cuidadosa con lo que como. Hace años que no tengo que recurrir a él.

—Pues no fuiste nada cuidadosa esta vez.

—¡Porque esa cosa estaba en chino!

—Coreano. —Me corrigió, acercándose y abrogándome el cinturón de seguridad.

¿Porqué hacía esas cosas? Me ponía nerviosa y me tomaba por sorpresa. Si seguía así sufriría de la presión.

—Ten más cuidado, de todas formas. —Me dijo mirándome a los ojos y volviendo luego a su lugar para empezar a conducir de vuelta.

Que Dios me ayude.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now